Domingo 28 de Septiembre - 11 A.M. Inicio de Feria. Yo llegué más tarde.
Por Sofía Aldasoro.
Por Sofía Aldasoro.
La feria había comenzado hacía tiempo cuando decidí dar una vuelta. (3 P.M) Previo, quedo con Vir y nos encontramos en Oroño y el río (Wheelrihgt). Ella, me dijo, ya había estado por allá. Había sacado fotos, había hecho un poco de registro audiovisual, entre otras cosas. No había podido grabar a algunos poetas en lo verde del parque, como habían planeado hacer la noche anterior, pero esta ida nueva, le daba la oportunidad para intentarlo.
Cuando llegué, encontré un par de caras conocidas. Vir, aún no estaba. Decidí matar el tiempo de espera y hacer la primera vuelta.
En los días anteriores, la feria se había desarrollado en el Centro Cultural Fontanarrosa (San Martín y San Juan) en uno de los salones sobre la planta baja que tiene un ventanal que se extiende a lo largo y da de lleno a la Plaza Montenegro. Había sido muy visitada por categorías de personas diferentes: poetas, interesados al rubro, curiosos, oportunistas de las ofertas, literatos, periodistas, fotógrafos, etc.
Del interior de la sala al exterior del parque, el ruido cesó. Cuando comenzó la feria, seguramente permanecía la vía recreativa, pero al caer a la tarde, predominaban grupos de amigos, novios, familias con termo y mate en mano. Algún que otro loco sólo caminó también por allí.
Vir había llegado y comenzamos a registrar algunos instantes de la feria. A todos nos conmovió la niña que obligó a su padre a comprar uno de los cuentos de la colección infantil de la Editorial Municipal, haciéndole, además, prometer que se lo leería al llegar a su casa. Entre risas y admiración, continuamos haciendo tomas sin notar que se nos escapaba el sol.
En la segunda vuelta, decidí hacer la compra habitual. Todos los años, aprovecho la feria para encontrar algo nuevo, algo que quiero más barato, algún autor, algo. Estaba entre algunos libros de poesía, uno de entrevistas a poetas y uno de relatos breves de la editorial Blatt-Ríos. El precio no me convencía de ninguno. Tenía que decidir hacer el gasto primero. Volví a evaluar, mire de nuevo todos los que me habían gustado por una u otra razón. Espere. Comparé. Tomé un poco de aire y, una decisión. Terminé consiguiendo una buena oferta de 2 libros por 50, 2 x 100 ó 2 x 150. Ya no lo recuerdo.
Era el momento para aprovechar el poco sol que quedaba. Dimos media vuelta y fuimos al parque. Relajamos los pies, tomamos mates. Queríamos comer pan relleno. No veíamos ningún vendedor. De vez en cuando, un grupo de hippies se acercaba y nos ilusionábamos. Cayó Irina. Tomamos mate, comimos alfajores de maicena, chipá, pero nunca pan relleno.
Era el momento para aprovechar el poco sol que quedaba. Dimos media vuelta y fuimos al parque. Relajamos los pies, tomamos mates. Queríamos comer pan relleno. No veíamos ningún vendedor. De vez en cuando, un grupo de hippies se acercaba y nos ilusionábamos. Cayó Irina. Tomamos mate, comimos alfajores de maicena, chipá, pero nunca pan relleno.
La jornada de la feria cerraba a las 18 hs. Habíamos dejado una bici entre los banquitos blancos y los árboles de la vereda. Había que volver por ella. En el camino, hice unas tomas más con el celular, y cuando logramos hacernos con todas nuestras cosas, logré la toma final: muchos libros en cajas iban a comenzar un nuevo viaje. Ellos, quizás, sabían adónde.
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