Manuel Alemian (Buenos Aires, 1971) nos contesta desde Buenos Aires estas preguntas y, con sus algo esquivas y tímidas fotos, nos hace
penetrar en unos interiores porteños que
bien saben acogerlo: el bar Varela
Varelita que frecuenta - nos dice-
con su amigo poeta Guillermo Neo y la cocina de Lucas "Funes"Oliveira, donde entusiastamente lo vemos arremeter desde la bordona hasta la
prima.
—¿Qué lectura (texto, película, música) o experiencia
te llevó a escribir poesía? ¿Qué gatilló el poema? ¿Qué edad tenías? ¿Provenías
de un ambiente familiarizado con la poesía o la literatura?
—Yo invertiría la
cuestión: no empecé a escribir inspirado o motivado por un texto, una película,
determinada música o alguna experiencia. Fue el hecho mismo de escribir el que
me llevó a seguir haciéndolo, el que me lleva a seguir haciéndolo. Escribir me
hace pensar en cosas nuevas, me abre universos, por eso escribo. No recuerdo
bien cuándo escribí mi primer poema, ni si era en rigor un poema. Seguramente
se trató de un texto amorfo, sin aspiraciones literarias.
—¿Cómo es tu proceso de escritura? ¿Tenés un método, un horario, un lugar? ¿Te acompañás con lecturas?
—No tengo un método
para escribir, soy muy desordenado, inconstante, dubitativo. Generalmente
escribo rápido lo “grueso” del texto, la materia, y después me demoro meses –e
incluso años–, en corregirlo.
—¿Quién, de entre los invitados del festival, te
gustaría que te lea? ¿Cómo es tu relación con el festival?
—Me gustaría que me
leyeran todos.
—¿Contra qué o contra quién escribís? ¿Qué autor de la
contemporaneidad te parece sobrevaluado?
—No escribo contra
nada ni nadie. No obstante supongo que algo de mi esencia, de mi pensamiento,
se dejará ver en mis textos, y esa especie de ideología puede ir en contra de
otras; es natural, y eso no me parece mal. Respecto de la sobrevaluación de
algún autor, no lo considero relevante.
—¿Cuál fue "el" momento
poético que hayas vivido en las últimas horas?
—“El” momento
poético que tengo flotando en la cabeza ya tiene unas tres semanas, y es un
amanecer que vi desde la ventana del hotel de un pueblo en el medio de la pampa
húmeda. Es algo ordinario, común: unas vacas, algún caballo, una liebre que
quizás imaginé, un molino, la helada que blanqueaba los yuyos.
—¿Qué libro o autor contemporáneo recomendarías?
—El Carcajón (Diego
Martelli). Unos poemas suyos sobre la arquitectura de algunas ciudades de
Europa, aún inéditos.
—¿Qué es lo que más te sorprendió
encontrar al buscar tu nombre en Google?
—Me sorprendo cuando
aparece algo después de que yo haya hecho algo. Si no, sólo aparecen menciones
tangenciales.
—¿Algún aprendizaje que
te haya dejado tu experiencia como editor independiente en Spiral Jetty?
—Un montón de cosas,
pero quizá la más importante fue descubrir que alejarse un poco del canon es un
beneficio.
Para leerlo.
1 comentario:
Idolo.
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