De paseo en bicicleta con Florencia Giusti por los paredones pintados por Acción Poética e intervenidos por la gente.
por Anaclara Pugliese
En
la escena hay un canastito y tres bicicletas. En el canastito de mimbre hay
pinceles, poemas, tortas. Su dueña, Florencia
Giusti (Rosario, 1989), escribe poemas, cocina tortas y budines y, además,
participa en Acción Poética Rosario. Su libro inédito, Estuche, como el canastito, es un lugar heterogéneo a la vez que un
estado de intimidad.
Todas las fotos de Micaela Pertuzzo.
Calle Pasco, casa de Florencia, “Santa
Rosa”: Mientras esperamos a Micaela –la fotógrafa– Florencia pone la
pava. A simple vista, ningún budín ni torta de manzana. Una pena. Igual me
ofrece unas pepas de paquete con hilos de chocolate. Riquísimas. “Ahora estoy
escribiendo mucho más a partir de cosas que escucho en la calle, antes estaba
más neobarroca”, me dice, y me da un mate. “Hace poco escribí un poema a partir
de una frase que dijiste vos”. ¿Qué habré dicho?. “Dijiste: «me estoy
enamorando de todo el mundo»”. “Uy, ¿yo dije eso?”, pienso. Sí, sí, me acuerdo. Se lo dije una vez en una
charla por Facebook. En fin, debe haber sido un shock primaveral.
Italia y el río: “Compartir el mundo y
volverlo parte de la gilada”: Cuando llegó Micaela –la fotógrafa– partimos
en bici –tres bicis– desde la casa de Florencia hasta el primer destino. No,
no, Acción Poética no pintó “Compartir el mundo y volverlo parte de la gilada”,
pintó “Compartir el mundo y volverlo arte”. Alguien lo intervino. “Está re
buena la intervención –dice Flor–, los muros están buenos porque están abiertos
a la intervención, cuando hacés cosas en la calle pasa eso”. Mientras hablamos,
una parejita de pantalones chupines y anteojos de marcos multicolores y lentes
negras se saca fotos con la firma en la pared que dice “Acción Poética Rosario”.
Cuando Micaela se da cuenta es tarde. La pareja se está sacando fotos con el
río, con el sol: turistas parecen, pensamos.
Rodríguez y el río: tres
bicicletas y cientos y cientos de pedaleadas. Hace rato buscamos una frase de
Galeano que pintaron por la zona, pero ni rastros. Cuando nos bajamos en el
lugar en el que suponemos que tendría que estar la frase, nada, una pared
blanca. Después de mirar un rato, reconocemos, debajo de la pintura, únicamente
la firma. Más allá, otras pinceladas, las de una propaganda electoral, cubren
el mural anterior. “¿Quién hizo al
mundo? Nosotros, los albañiles”, frase tomada de un microrrelato de Galeano que,
a su vez, creo que conscientemente, reescribe un poema de Bertolt Brecht,
llamado “Preguntas de un obrero que lee”. Eso espero.
Santiago y Tucumán: Nada, de
nuevo nada. O sí, unos afiches, más pintura blanca. Nada. Florencia ya nos
había dicho que la frase originaria del poeta turco Nazim Hikmet, “La ciudad, la tarde y vos”, había sido intervenida: “La
ciudad, la tarde, el vino y vos”. Para cuando llegamos, no había quedado ni el
vino. Agotadas, nos sentamos en la vereda y empezamos a
hablar un poco de cómo vivió y vive ella la experiencia de este colectivo
mural. “Acción Poética no influyó tanto en mi escritura personal, en una
cuestión técnica, sino en la manera en que concibo la poesía en general. Pienso
que la poesía a partir de Acción Poética tomó otro matiz, pienso que lo poético
puede estar en diferentes cosas, no solamente en la escritura, sino que también
tiene que ver con una cuestión de la experiencia, una experiencia que puede ser
personal o puede ser con los demás. Yo no pienso que la poesía solamente está
adentro del poema, sino que puede estar en un montón de lugares. Yo creo, como
Juanele, que lo poético está antes del lenguaje, que es esa actitud infantil de
expectativa, de sorpresa”. De repente, recuerdo la
entrevista a Jordi Doce que titulé, usando sus propias palabras, “No
existen momentos poéticos fuera de la escritura”: está claro, es la opinión
opuesta.
“Esta
semana, estuvimos yendo con Acción poética a pintar al IRAR. Y había pibes que
después de la actividad quisieron escribir. Uno de los pibes me dijo que quería
pintar la palabra «escribir» con amarillo, porque a él le gustaba escribir y
quería ver esa palabra pintada de amarillo todos los días, para que se note
más. Eso a mí me partió la cabeza del mismo modo que me parte la cabeza cuando
leo un poema que me parte la cabeza, me pasa exactamente lo mismo, son
experiencias distintas, pero la sensación es muy parecida”.
Santiago y 27 de febrero, “Cantamos
todos a la orilla de la muerte, bebemos el vino del amor”: mientras
Florencia posa distraídamente para Micaela junto a la frase de Felipe Aldana,
dos pibes que estaban escuchando música, desde la cuadra de enfrente, le gritan
“¿Cómo te llamás Bárbara o Divina?” Nos reímos un poco del chiste. Cinco veces,
seguidas, la misma pregunta, las mismas palabras, cinco veces. “¿Te llamás
Bárbara o Divina?” “Sacanos a nosotros una foto”. “La más linda es la de
negro”. “No, la más linda es la de pantalón azul”. Bien. Me dejó pintada. Yo no
existo. Está bien, soy la “cronista”, estoy afuera. Trato de olvidarme del
temita pensando que quizás, para Florencia, este también sea un momento de esos
que le rompen la cabeza. Después, los muchachos nos ofrecen “mate, café, agua”.
Y nosotras, que teníamos una sed “bárbara y divina”, con todo lo que estuvimos
pedaleando. No, mejor nos vamos.
Mientras
nos despedimos –las tres– me concentro en esas paredes blancas y en las
reescrituras; es sencillo: esas intervenciones de Acción Poética Rosario
reproducen materialmente un proceso por el que atraviesan todos los textos,
pero que la vertiginosidad de la calle apresura y vuelve visible: la lectura,
la reescritura, el estado de latencia bajo otros textos. Al final, cuando terminamos
de saludarnos, me quedo pensando en la pintada reluciente de la frase de Felipe
Aldana: pronto también será intervenida. Pienso en el poema de Florencia,
“Santa Rosa”, que usó una frase dicha al pasar. Pienso en el estuche, en Acción
Patética Rosario, en el poema de Bertolt Brecht, y en las dos palabras que nos
gritaban los pibes desde la vereda de enfrente, “bárbara y divina”, en zona
sur. Y en ese canastito de mimbre que se aleja y se pierde entre los colectivos.
Todas las fotos de Micaela acá.
2 comentarios:
hay, por favor, cuánto tiempo pasó, la amo
ay
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