Santiago Venturini (Esperanza, Santa Fe, 1981) parece un hombre excelsamente ordenado, algunos libros
apilados, sí, pero todo en su justo cauce.
Muy atentamente nos escribe en un principio diciendo que tardará, si lo
aguardamos, un par de días en responder el cuestionario que le enviamos. Pasa
una hora –en la que no abrimos el correo– y él ya se arrepintió. Y nos mandó todo. ¡Qué celeridad! La redacción
de la revista del Festival no haría nada mal en conseguir algunos chicos como éste para
sumar a nuestras huestes.
Santiago viaja desde Esperanza o quizás Santa Fe, en cuya universidad trabaja como profesor y –un tanto renegado– investigador,
por la autopista que, como se ve, se hermana con el Paraná y recorre,
bajando, 170/200 km para visitarnos.
—¿Qué lectura (texto, película, música) o experiencia te llevó
a escribir poesía? ¿Qué gatilló el poema? ¿Qué edad tenías? ¿Provenías de un
ambiente familiarizado con la poesía o la literatura?
—La mía es una respuesta bastante simple: no tuve ninguna experiencia inaugural, no hay ningún poema del origen. Empecé a escribir alrededor de los 14 años, en una familia que le daba poca importancia a la literatura.
—La mía es una respuesta bastante simple: no tuve ninguna experiencia inaugural, no hay ningún poema del origen. Empecé a escribir alrededor de los 14 años, en una familia que le daba poca importancia a la literatura.
—¿Cómo es tu proceso de escritura? ¿Tenés un método, un
horario, un lugar? ¿Te acompañás con lecturas?
—No tengo un lugar definido ni un método. La mayor parte de los poemas pasan, aparecen y después me pongo a trabajarlos con más disciplinapara darles su forma definitiva.
—No tengo un lugar definido ni un método. La mayor parte de los poemas pasan, aparecen y después me pongo a trabajarlos con más disciplinapara darles su forma definitiva.
—¿Quién, de entre los invitados del festival, te gustaría que
te lea? ¿Cómo es tu relación con el festival?
—Muchos: Aibinder, Rosenberg, Callero, Ríos, entre otros.
Mi relación con el festival es muy tardía. Si bien había
escuchado hablar mucho sobre el encuentro, fui por primera vez el año pasado:es
decir, llegué 20 años tarde.
—¿Contra qué o contra quién escribís? ¿Qué autor de la
contemporaneidad te parece sobrevaluado?
—Contra el fracaso de escribir; a veces, contra lo que escribí
antes.
Con respecto a los escritores sobrevaluados, creo que el valor se
construye desde diferentes ámbitos: el mercado, la academia, los consensos (generacionales,
de grupos, de instituciones consagradoras), la sociabilidad (la amistad o la
camaradería entre escritores), etcétera. Esos parámetros dictaminan valor –el
valor es una propiedad adjudicable– y orientan lecturas. Pero afortunadamente,
después, en la lectura, siempre hay algo de capricho, y los lectores
construimos otro tipo de valor.
—¿Cuál fue "el" momento poético que hayas vivido en
las últimas horas?
—Comerme una Rhodesia.
—¿Qué libro o autor contemporáneo recomendarías?
—Depende de qué entendamos por “contemporáneo”. ¿Gombrowicz lo
sería?
—¿Qué es lo que más te sorprendió encontrar al buscar tu
nombre en Google?
—Que existe un rockerocon mi nombre.
—¿Cómo influye tu tarea académica de
profesor e investigador universitario en tu actividad como escritor?
—Estudié Letras sin
saber para qué: no esperaba ser docentepero terminé siéndolo. Creo que el aula
es un espacio interesante para contagiar un entusiasmo por ciertas lecturas,
para poner en escena un interés. Con respecto a la investigación, si la pienso
desde mi “actividad como escritor” se transforma en una pérdida de tiempo: pienso
en los miles de artículos sobre los más diversos y específicos temas amontonándose
en la web o en los libros, una masa gigante de cosas escritas. Alguien podría decirme
que lo mismo pasa con los poemas. Pero para mí escribir un poema es un acto
intransitivo, el logro está en el poema final, sí, pero en el proceso de escribirlo estoy
comprometido de otra forma, algo se juega ahí.
No niego que lo mismo pueda pasarle –sé que es así– a muchos buenos investigadores,
pero para mí la investigación es un trabajo (que da ciertas satisfacciones, no
lo niego). Hay además otra cuestión: la investigación se
lleva a cabo dentro de un sistema institucional paranoico, que exige la
producción constante, que valora la cantidad, la acumulación. Yo escribo poemascuando
quiero.
Algunos poemas de Santiago Venturini.
Otra entrevista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario