Por Sofía Aldasoro
María Lanese nació en un pequeño pueblo de Italia, Ripalimosani, Campobasso, en 1945.A los cuatro años de edad, su familia se traslada a la Argentina y se instala en la cuidad de Rosario. Se define como una poeta "tardíamente reciente". Es psicóloga y cantante.
Su primer libro, "Sonidos graves", fue publicado por la editorial Asunto Impreso en el año 2006 y "Ancora", edición bilungüe español-italiano, es su tercer libro recientemente editado por Huesos de Jibia. Tiene en total cinco libros de poemas escritos, de los cuales dos aún esperan su publicación.
- Sobre "Ancora", Beatriz Vignoli para Rosario/12. La lírica transatlántica de María.
Las formas de celebrar lo invisible
Mariposas en la lengua para que esplenda el alma. María Lanese vuelve otra vez con su poesía a celebrar el mundo, y a nombrar, con voz susurrante, casi al oído, el misterio de las presencias que lo habitan.
Hay en estos poemas candiles encendidos, ventanas en espera, bocas iluminadas, cuerpos que cimbran. Hay ajuares dispuestos para la ceremonia en la espera ansiosa del amante. Hay en estos poemas el calor del cuerpo enamorado y la tibieza del que se entrega dócil al milagro de la caricia. “Mano de mujer en tensión de mariposa/ que la nuca del varón / enciende” se lee en Tango. Y la escritura recorre el movimiento de los cuerpos que se buscan entre las flores de un inquilinato con cadencia arrabalera o de fado, lo mismo da. Es la música la que lleva a esos cuerpos a justificar su presencia allí, en la tensión de ese encuentro.
María Lanese construye sus poemas al modo de delicadas polifonías. Se trata de breves iluminaciones auditivas a las queingresamos con los ojos posados en la página para una vez adentro quedar atrapados o hechizados por lo que allí se nombra. En ese hechizo, imposible de describir – hay que descubrirlo leyendo los poemas- la voz de María se tensa y vibra como vibran las frágiles nervaduras de una hoja en el preludio de las tormentas. Así, delicadamente. Y no es que la poesía de María Lanese no nombre lo violento o lo que por dolor nos falta o nos fue arrebatado, es que la forma de nombrar lo que duele en la intimidad del alma, no es nunca dicho de manera altisonante. Para esos estados de lo íntimo su poesía sabe hallar la palabra justa, el modo cuidadoso de no inflamar con desmesura lo que ya de hecho lastima o duele.
Me detengo en unos versos, en un final de poema donde se lee la fuerza de lo invisible que a la poesía de María le gusta celebrar:“ pero…quién puede saber/ con qué oreja se advierte/la frecuencia en la que vibran/ los dedos de las manos/ que llegan a juntarse?”.
La fuerza de esa invisibilidad que habita entre las huellas de los dedos de dos manos al acercarse, no es otra, podríamos decir, que aquella que sostiene al mundo o al milagro de nuestra existencia en él. En ese hiato mínimo que va de piel a piel, en esa insignificancia de espacio entre dedo y dedo, abreva y se nutre la voz de María. Hay que verla – imaginarla si se quiere - a ella, yendo con su mirada y su alma hasta allí para retornar a nosotros y decirnos lo que ha visto y sentido.
La historia de esos viajes diminutos pero a su vez infinitos está contenida en la maravilla de estos versos.
Rúben Chababo. Prólogo a "Mariposas en la lengua". Editorial Ciudad Gótica, 2008.
Rúben Chababo. Prólogo a "Mariposas en la lengua". Editorial Ciudad Gótica, 2008.
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