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martes, 23 de septiembre de 2014

María Teresa Andruetto: contra la idea de poetas nacionales

Por Paula Bertolino





Aunque popularmente conocida por sus trabajos en el campo de la literatura infantil, la cordobesa María Teresa Andruetto (Arroyo Cabral, 1954) viene desarrollando en paralelo una profusa obra en el ámbito de la poesía, la narrativa, el ensayo y el teatro. También cuenta con una vasta experiencia como coordinadora de talleres literarios, tarea que desempeñó a lo largo de 25 años en los más diversos ámbitos. En esta nota habla sobre la inscripción del paisaje en su poesía, comparte varios textos que sintetizan su búsqueda estética y nos cuenta qué poetas disfruta leer al tiempo que aclara que a la poesía fue siempre en busca "de algo de la vida misma".

¿Cuál considerás que es tu ars poetica? ¿Hay algún texto tuyo o ajeno que la defina?
En cierto modo el poema "Autoretrato ante el caballete", que abre Beatriz (Argos, 2005) -sobre todo las dos últimas estrofas-, observa uno de los últimos retratos de Rembrandt y está dedicado a Alejandro Schmidt, con quien en una época hablábamos mucho de nuestras posturas estéticas. Esto complementado con otro aspecto más cotidiano que aparece en el  poema "Visita", que está en Kodak (Argos, 2001), donde aparecen los asuntos que suelen ir a parar a mis poemas: madre, hijos, padre, pérdidas, inmigración, lo social/político, la melancolía, los haceres domésticos, la oralidad, el ingreso de las conversaciones en la escritura, los rastros de las hablas y el lugar que me parece tiene la poesía en el mundo como un hacer junto a otros haceres, bajada de su pedestal y metida de lleno en la vida misma.
También por supuesto, poemas (o frases de otros), principalmente el poema de Circe Maia que abre mi libro Kodak: “Trabajo en lo visible y en lo cercano / -y no lo creas fácil-. No quisiera ir más lejos. Todo esto / que palpo y veo / junto a mí, hora a hora / es rebelde y resiste. / Para su vivo peso / demasiado livianas, se me hacen las palabras”. Pero también la frase de Shitao que va de epígrafe en "Autorretrato ante el caballete": “El pincel sirve para salvar las cosas del caos.”


¿Aparece la ciudad o el lugar donde vivís en tu poesía? 

Yo creo que sí, que aparecen mucho los lugares, pueblos, casas barrios donde he vivido. Muchos poemas de Kodak, casi todos, tienen que ver con Oliva, el pueblo de la llanura cordobesa, donde me crié. El poema "Víspera", que cierra ese mismo libro, es un poema sobre la construcción de la casa de las sierras donde vivo actualmente. El poema "Ahora que viene el tiempo de los pájaros", de mi libro Pavese (Adriana Hidalgo, 2003), es en parte lo que veía de la casa de Villa Allende donde viví veinte años, de sus veredas con fresnos y mujeres tomando mate, en fin, a la escritura he ido siempre en busca de algo de la vida misma, lo increíble de la vida “común y corriente”.

¿De quiénes de tus contemporáneos te sentís más próxima? ¿Y de generaciones anteriores?

No sé si próxima, leo mucha poesía que me gusta mucho (y también mucha que no me gusta, que me parece igual a otra y a otra y a otra), algunos de esos poetas no son próximos, tienen un modo de ser, de ver, y de entrar en la lengua muy distintos a mí y también muy distintos entre sí, o apenas se tocan con mis zonas en algún aspecto, pero quizás por eso mismo me gustan, me han permitido abrirme a zonas nuevas, espléndidos descubrimientos. Me parece redundante nombrar a grandes poetas de nuestra lengua leídos con mucha intensidad, sobre algunos de ellos he escrito, he hecho antologías, enseñado. Hablaría sin embargo de otros poetas, algunos contemporáneos de diversas generaciones que, más allá de lo que escriben, me hacen entrar en fuerte consonancia espiritual, me pasa con poemas de Roberto Malatesta, Raúl Mansilla, Susana Cabuchi, Jacobo Regen, Osvaldo Guevara, cierta época de Alejandro Schmidt; entre los más jóvenes Sandra Cornejo, Elena Annibali; muchos otros, no siempre con toda la obra, en algunos casos alguno de sus libros.

¿Cuáles considerás que son los cambios más visibles en la poesía actual?

La diversidad de estéticas y de circulación. A contracorriente de la monopolización estética de los años noventa, me parece algo muy bueno esta coexistencia de voces en el tejido de un cierto centón de poesía en el país. Detesto la idea de poetas nacionales absolutos, ya con voz cerrada/marmórea/definitiva, como ha sucedido en algún momento en Chile, en México, en otros países. No es un problema de los poetas, es un problema del mármol que “fija, limpia y da esplendor” a cambio de asfixia.

María Teresa Andruetto hará su lectura en la última mesa del Festival, el sábado 27 a las 20 en el CC Roberto Fontanarrosa, junto con Elvio Gandolfo (Rosario), Marilyn Contardi (Santa Fe) y Carlos López Degregori (Perú). Además, el viernes 26 a las 17 se presentará también en la Biblioteca Estrada (Servando Bayo 799) junto con los poetas invitados Christian Kent (Paraguay) y Ravi Shankar (India / EEUU). Presenta: Lidia García.

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