Elvio Gandolfo (1947) es escritor, periodista, traductor y editor. Tiene una profusa obra de narrativa -que incluye ficción, no ficción y ensayo-; su obra poética édita fue retomada en 2011, luego de treinta años, con Los orientales de Stevenson (La propia cartonera), este año suma otro libro más, El año de Stevenson (Iván Rosado), que es el primer tomo de cuatro. Ambos poemarios fueron editados por editoriales independiente de Montevideo -La propia cartonera- y Rosario -Iván Rosado-, asimismo Gandolfo ha publicado dos libros de narrativa en la editorial independiente cordobesa Caballo negro.
En ocasión de este Festival Elvio Gandolfo vuelve una vez más a la ciudad donde vivió su infancia y juventud. Los lugares conocidos, opina en esta entrevista, gravitan siempre en la propia escritura, ya sea a partir de la influencia de la experiencia próxima o del recuerdo. En su crónica Real en el rosedal (2009), por caso, un sector de Rosario, el parque Independencia y sus cuadras aledañas, se vivencia desde la caminata actual y a través de la memoria afectiva.
—
¿Cuál consideras que es tu ars poetica? ¿Hay algún texto tuyo o ajeno que la
defina?
— En los períodos en que escribo poesía no tengo un arte poética
sino varias, que varían con el tiempo. Algún par de poéticas en serio, y otras
en broma, figuran en el libro Elaño de Stevenson. Prefiero que el lector las descubra.
— ¿Se hace presente la ciudad o el lugar donde vivís en tu
poesía?
—Las ciudades y lugares aparecen siempre en lo que se escribe,
evidentes u ocultas. Tanto las actuales (en mi caso Rosario, Montevideo, Buenos
Aires) como las visitadas (Madrid, Barcelona, Santiago de Chile, Río Cuarto,
Frankfurt, en especial Córdoba) (viajar es una segunda instancia de vivir), o
recordadas (Leones, Hernando, Piriápolis, Punta del Este, Santa Fe, Puerto
Madryn, Resistencia, etc.).
—¿De quiénes de tus contemporáneos te sentís más próximo? ¿Y
entre las generaciones anteriores, con quién tenés más afinidad estética?
-—Nunca tuve conciencia generacional. Así que van mezclados:
Nicanor Parra, Enrique Molina, Fogwill, mi padre, los varios últimos libros de
Eduardo D’Anna, los 3 tomos de la obra de Hugo Diz, Baudelaire (todo), Jules
Lafforgue, Julio Herrera y Reissig, Francisco Garamona, DelmiraAgustini, Amalia
Biaggione, Carlos Mastronardi, los “beats”, Juan L. Ortiz, Inchauspe, Fernanda
Laguna, etc. etc. etc.
—¿Cuáles creés que son los cambios más visibles en la poesía
última?
—Cuando se trata de poesía, los cambios son constantes. A la vez
ese movimiento mismo hace que haya continuidad (de variedad) a lo largo del
tiempo, debo insistir, en los momentos aislados más o menos extensos en los que
escribo poesía (hay largo períodos en los que no lo hago).
En el bar Sportman de 18 de julio y Tristán Narvaja (Montevideo) junto a Alejo Carbonell, editor de Caballo Negro |
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