Por Paula Bertolino
Si bien actualmente no brinda talleres literarios, durante
gran parte de su vida María Teresa Andruetto fue una coordinadora activa –llegó a tener hasta 7 grupos
semanales, pero eso terminó hace más de 10 años– y, según cuenta, desde
aquella época le quedó la “fama”. La vinculación poética con la
palabra, tanto en poesía como en narrativa, ocupaba en esos espacios un lugar
central. También las consignas restrictivas que buscaban fomentar el trabajo creativo, contrarrestando el deseo de extraviarse que abre la palabra. A pedido nuestro, Andruetto accedió a recordar parte de aquella experiencia tallerista.
—¿Durante cuántos años coordinaste talleres literarios?
—Los di durante 25 años, llegué a tener hasta 7 grupos
semanales. Algunos de poesía específicamente, otros de género cuento y también
talleres de estímulo a la escritura para niños, adultos y, sobre todo, para jóvenes.
—¿Siempre funcionaron en el mismo espacio?
—Los daba en diversos lugares y pasé por distintas épocas. Tuve
talleres en librerías, centros culturales, en una residencia geriátrica, en una
institución carcelaria, con mujeres en barrios, en mi casa, en un departamento
que alquilaba en el centro. También di innumerables talleres en escuelas,
profesorados, y a maestros.
—¿Cómo era la dinámica
de un encuentro?
—En los talleres de animación a la escritura, tratando de incentivar
el deseo de encontrar una palabra propia, la dinámica siempre tuvo (en rasgos generales)
tres momentos: un momento de lectura, estimulo, que finalizaba siempre en una
consigna de trabajo (equivalente siempre a una restricción); luego un momento de
producción silenciosa, de encuentro de cada uno consigo mismo; y finalmente un
momento para compartir con otros lo que se ha escrito.
En cuanto a los talleres de revisión/supervisión de escritura eran muy distintos. Los participantes debían llevar un cuento o unos poemas y trabajábamos a partir de ese material, haciendo sugerencias, aportando lecturas.
—¿Qué lugar tenía la poesía en tu taller?
En cuanto a los talleres de revisión/supervisión de escritura eran muy distintos. Los participantes debían llevar un cuento o unos poemas y trabajábamos a partir de ese material, haciendo sugerencias, aportando lecturas.
—¿Qué lugar tenía la poesía en tu taller?
—Hablo siempre en pasado porque estoy refiriéndome a
experiencias de hace ya bastante tiempo, pero siempre tuvo un lugar importante,
la vinculación poética con la palabra (el peso del sonido, la condensación, la síntesis),
no solo para la escritura de poesía sino también para la de narrativa.
—¿El trabajo con tus
alumnos en el taller literario y el territorio de tu escritura personal
funcionaban como esferas escindidas o se influencian entre sí?
—Se influenciaban, siempre. El mundo del trabajo y el de la creación
son mundos conectados, siempre.
—¿Desde tu rol de coordinadora y escritora, qué tipo de conocimiento pensás que se puede transmitir a los talleristas?
—Mucho de los procesos de escritura se aprende, entonces el
paso por un buen taller puede acortar el camino hacia la propia escritura, también
abre a lecturas que seguramente no se tenían, o a lecturas más atentas de lo ya
leído. Se aprende también a escuchar la palabra del otro y a compartir la
propia, para ver si entre lo que decimos y lo que quisimos decir hay o no distancia,
en fin...
—¿Cómo fue tu formación como escritora? ¿Fue en el marco de alguna experiencia de taller literario, dentro del ámbito académico, de manera autodidacta, o de qué otro modo?
—Fue una formación de lectora, temprana e intensa. Después
estudie Letras. No hacía talleres al modo convencional, porque cuando era joven
no los había en mi entorno, pero en algún momento, hacia los treinta, nos
juntábamos con tres amigas escritoras y hacíamos lo que podríamos llamar una
suerte de auto taller, de consignas de trabajo, de enriquecimiento de lecturas.
Luego, dar talleres, tener tantos grupos al mismo tiempo, cosa que hice como
modo de vida por muchos años, fue un aprendizaje enorme para mí, el mayor de los
aprendizajes, porque creo que nunca se aprende tanto como cuando se enseña.
María Teresa Andruetto hará su lectura en la última mesa del Festival, el sábado 27 a las 20 en el CC Roberto Fontanarrosa, junto con Elvio Gandolfo (Rosario), Marilyn Contardi (Santa Fe) y Carlos López Degregori (Perú). Además, el viernes 26 a las 17 se presentará también en la Biblioteca Estrada (Servando Bayo 799) junto con los poetas invitados Christian Kent (Paraguay) y Ravi Shankar (India / EEUU). Presenta: Lidia García.
María Teresa Andruetto hará su lectura en la última mesa del Festival, el sábado 27 a las 20 en el CC Roberto Fontanarrosa, junto con Elvio Gandolfo (Rosario), Marilyn Contardi (Santa Fe) y Carlos López Degregori (Perú). Además, el viernes 26 a las 17 se presentará también en la Biblioteca Estrada (Servando Bayo 799) junto con los poetas invitados Christian Kent (Paraguay) y Ravi Shankar (India / EEUU). Presenta: Lidia García.
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