por Milena Bertolino
Fidel Maguna (1993) es uno de los poetas invitados que nació y vive en Rosario.
El año pasado fue finalista del concurso de poesía Felipe Aldana sub 21, organizado por la Editorial Municipal de Rosario.
Fidel Maguna (1993) es uno de los poetas invitados que nació y vive en Rosario.
El año pasado fue finalista del concurso de poesía Felipe Aldana sub 21, organizado por la Editorial Municipal de Rosario.
En abril próximo será editado su nuevo libro de poemas, Ainda, que será bilingüe -español y portugués-, y cuya traducción estará a cargo de Paola Kremer. Cuenta además con un otro poemario escrito en colaboración con Matías Ferri, Mano a mano – Hemos quedado. En el terreno de la narrativa ha recuperado junto a su padre la tradición nacional de la novela por entregas publicando juntos el folletín Camila camina (2013).
—¿Cuál consideras que es
tu ars poetica? ¿Hay algún texto tuyo o ajeno que la defina?
— Hay muchos textos sobre la
poesía que creo llegan a bordear una definición, son los textos que justamente
bordean y no intentan tocar, meter el dedo, por eso la mayoría son poemas,
excepto “Sobre la poesía”, de Saer, un texto breve que está en El concepto de ficción. Hay algunos
poemas de Bukowsky que son buenas caricias a la poesía, como de Juan Gelman.
Las entrevistas a Gelman, todas, son muy valiosas como artes poéticas (también
la biografía de Boccanera, Confiar en el
misterio). Sí hay un texto sobre la poesía que me llegó muchísimo, no se
porqué, y que es la cita de un poemario que estoy preparando, es de
Tamura Ryuichi, un poeta japonés que creo no está editado al castellano y del
que leí algunas pocas cosas por internet. El texto se llama “Cuatro mil días y
noches” (disponible, acá).
— ¿Se hace presente la
ciudad o el lugar donde vivís en tu poesía?
— Nos pasa lo que le pasa al
mundo, dijo un poeta. Me parece que todo se hace presente en la poesía, todo lo
conocido, sino, casi que no es poesía.
— ¿De quiénes de tus
contemporáneos te sentís más próximo? ¿Y entre las generaciones anteriores, con
quién tenés más afinidad estética?
— Es una pregunta muy difícil
de responder, sobre todo por lo que entiendo de proximidad y afinidad estética.
Hay muchos poetas que me gusta leer. Ahora estoy leyendo mucha poesía
brasilera, Raúl Bopp, Drumond de Andrade, Manuel Bandeira, Murilo Mendes, y me
siento cercano a esta poesía, y creo que va más allá de una cuestión estética,
y que tiene que ver más con el misterio poético que con algo que pueda
explicarse. Debe ser algo que pasa con toda la poesía que a alguien le
gusta, se va a sentir siempre próximo, afín a su estética, por decirlo así.
Tengo que decir que leo más prosa que poesía, de antes y de ahora. Pero de los
poetas contemporáneos me gusta leer, de Rosario: a Matías Ferri, Joaquín Galeano,
Marcos Mizzi, Juan Rodriguez, Bernardo Orge, Hernán Rosatti; de Buenos Aires: a
Juan Bauer, Camilo Blajaquis (o Cesar Gonzáles); de La Plata a Salomé Hernaiz.
Todos poetas muy buenos que, excepto Blajaquis, conozco personalmente y de
todos aprendí muchas cosas.
— ¿Cuáles creés que son
los cambios más visibles en la poesía última?
— ¿Existe la poesía última?
Sí sé que existe la poesía editada última, o mejor, los últimos poetas
editados. Y los cambios, ¿comparados con quién, o con cuándo? No sé, sinceramente. Pienso en poetas que son verdaderamente poetas y
que, hablando de su obra, ni siquiera comparándolos con los grandes, se puede
hablar de cambios. ¿No se trata de la esencia del poeta en vez de la
poesía en sí? Tomemos a cualquier poeta último que nos guste leer y
comparémoslo con algún poeta ya muerto, ya lejano, y veremos que la belleza
es atemporal. Pienso en cualquier
contemporáneo antes nombrado y no veo cambios con respecto a los poetas de
otras generaciones que me gusta leer.
Si tengo que hablar
de la poesía exitosa, por lo menos en Rosario, en términos de edición y
divulgación, (tomando a estos poetas como poesía última) pienso que sí
hay cambios estéticos y de enfoque. Pero no responden a una cuestión poética
sino generacional, de unificación de estilos, a un enfoque que es uno y tira
para el mismo lado, que es empujado por muchas cosas que hay detrás de esos
poetas publicados: similitudes de gustos literarios, experiencias vividas
parecidas, qué sé yo, muchas cosas que hacen que las personas formen grupos y
que los grupos formen líneas estéticas e ideológicas parecidas, y que publiquen,
y sean amigos, y que la poesía sea más que belleza, sea también un medio para
vivir. Los cambios no se anuncian, no se perciben, no se buscan. La
poesía puede incorporar nuevos objetos que antes no existían, pero ese no es un
cambio de la poesía.
Es un poco triste hablar de
las líneas estéticas dentro de la poesía, porque es cuando nacen las disputas
sobre la poesía que sí y la poesía que no, cuando a alguien se le da por decir
qué deben leer los más jóvenes, qué poesía es buena y qué poesía no lo es. A mi
entender los círculos literarios tienen ese problema, pero, como decía, no es
un problema poético, sino político, generacional, ideológico, y hasta propio de
la condición humana.
Pero creo que de todos los
poetas de esta “poesía última” (editados o no) hay versos hermosísimos. Propongo que nos quedemos con algunos versos de estos poetas, y que nos
preguntemos, ¿qué cambios hay en esta poesía última? Probablemente, tomando los
versos que nos gusten y comparándolos con cualquier poeta de cualquier generación
de cualquier país, la respuesta sería que ningún cambio, que la poesía no
cambia, que lo que cambia es el mundo.
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