Anibal Chicco Ruiz (Santiago del Estero, 1981) es poeta, bajista de tres bandas, doctor en Matemáticas y docente universitario. Nos comenta que no tiene página web y que tenía un blog, pero luego lo cerró. Una pena. De todos modos, nos envía las respuestas del cuestionario, prometiéndonos mandar fotografías suyas.
1. ¿Qué lectura (texto, película, música) o experiencia te llevó a escribir poesía? ¿Qué gatilló el poema? ¿Qué edad tenías? ¿Provenías de un ambiente familiarizado con la poesía o la literatura?
Siempre pensé que mi relación con la poesía vino de grande, a los veintipico, cuando me regalaron para mi cumpleaños un poema escrito a mano (”para leer de forma interrogativa” de Cortázar), y comprendí que lo que abarca es enorme y profundo, y que pude dar fuerza, luz y calor a quien lo atesora y lo comparte. Sin embargo, mi mamá me hizo acodar hace poco que en la escuela primaria yo escribí una poesía rimada que fue leída en un acto escolar, y que una vicedirectora mala la corrigió cambiando completamente el sentido de aquel poema y que eso me generó una sensación muy fea. Y me acordé también que leí un montón de libros de María Elena Walsh, y que recitaba los sonetos como si fueran canciones. Luego aparecieron los libros de aventura y fantasía y más tarde los policiales, y la poesía desapareció de mí hasta los veintipico, aunque siempre escribí diarios, que es de donde más saco poemas ahora. Luego, leyendo a Fabián Casas y Daniel Durand empecé a escribir de otra manera, dejando de exclamar mis penas como si fuera un orador serio y barroco de un par de siglos atrás.
Siempre pensé que mi relación con la poesía vino de grande, a los veintipico, cuando me regalaron para mi cumpleaños un poema escrito a mano (”para leer de forma interrogativa” de Cortázar), y comprendí que lo que abarca es enorme y profundo, y que pude dar fuerza, luz y calor a quien lo atesora y lo comparte. Sin embargo, mi mamá me hizo acodar hace poco que en la escuela primaria yo escribí una poesía rimada que fue leída en un acto escolar, y que una vicedirectora mala la corrigió cambiando completamente el sentido de aquel poema y que eso me generó una sensación muy fea. Y me acordé también que leí un montón de libros de María Elena Walsh, y que recitaba los sonetos como si fueran canciones. Luego aparecieron los libros de aventura y fantasía y más tarde los policiales, y la poesía desapareció de mí hasta los veintipico, aunque siempre escribí diarios, que es de donde más saco poemas ahora. Luego, leyendo a Fabián Casas y Daniel Durand empecé a escribir de otra manera, dejando de exclamar mis penas como si fuera un orador serio y barroco de un par de siglos atrás.
2. ¿Cómo es tu proceso de escritura? ¿Tenés un método, un horario, un lugar? ¿Te acompañás con lecturas?
No soy sistemático, escribo cuando me sale o cuando necesito hacer una catarsis. También cuando hay procesos del pensamiento que no quiero olvidar, o cuando siento que un sentimiento se sale del tórax Pero lo que más me inspira son los viajes: pasear, mirar y escribir es el plan perfecto para abarcar un lugar desconocido. Siempre estoy acompañado de lecturas, nunca detuve eso ni lo pienso hacer. Muchas veces eso que leo me gatilla la mano, que quiere expandir una idea o robar un estilo que me gusta. Como el de Saer, de quien usaba su exposición imparable y casi científica para escribir sobre Santa Fe estando muy lejos de esa ciudad.
3. ¿Quién, de entre los invitados del festival, te gustaría que te lea? ¿Cómo es tu relación con el festival?
No sé, cualquiera al que le guste lo que escribo. Me encanta el festival, algunos amigos míos ya han pasado por ahí, como Francisco Marzioni, Santiago Alassia, Analía Giordanino, entre varios otros. Me encanta la maratón poética de la inauguración la música presente y la forma en que se mezclan toda clase de poetas de diferentes edades y latitudes, aún los que no tienen nada publicado, como yo. Hay jerarquías en casi todos los ámbitos y a la poesía parece que no la tocan, y eso el festival lo refleja.
No soy sistemático, escribo cuando me sale o cuando necesito hacer una catarsis. También cuando hay procesos del pensamiento que no quiero olvidar, o cuando siento que un sentimiento se sale del tórax Pero lo que más me inspira son los viajes: pasear, mirar y escribir es el plan perfecto para abarcar un lugar desconocido. Siempre estoy acompañado de lecturas, nunca detuve eso ni lo pienso hacer. Muchas veces eso que leo me gatilla la mano, que quiere expandir una idea o robar un estilo que me gusta. Como el de Saer, de quien usaba su exposición imparable y casi científica para escribir sobre Santa Fe estando muy lejos de esa ciudad.
3. ¿Quién, de entre los invitados del festival, te gustaría que te lea? ¿Cómo es tu relación con el festival?
No sé, cualquiera al que le guste lo que escribo. Me encanta el festival, algunos amigos míos ya han pasado por ahí, como Francisco Marzioni, Santiago Alassia, Analía Giordanino, entre varios otros. Me encanta la maratón poética de la inauguración la música presente y la forma en que se mezclan toda clase de poetas de diferentes edades y latitudes, aún los que no tienen nada publicado, como yo. Hay jerarquías en casi todos los ámbitos y a la poesía parece que no la tocan, y eso el festival lo refleja.
5. ¿Cuál fue "el" momento poético que hayas vivido en las últimas horas?
Hace una semana compramos un auto con mi novia Leti, un renault 19 color lila. Me acordé de “Tambor de arranque”, la hermosa novela de Francisco Bittar. Es mi primer auto y a su alrededor flota mucha poesía. El ruido que hace cuando para, como un mormullo interior. La caminata por el centro de Crespo rumbo a la escribanía con el antiguo dueño, un gaucho que cría pollos en una granja. El viaje con Leti el último domingo, recorriendo pueblos como Recreo, Candiotti y Laguna Paiva, viendo innumerables escenas mágicas, presagios tal vez, sobre el mejor camino a seguir en un horizonte que se expande cada vez más.
“Los cielos de Córdoba”, de Federico Falco, es una novela cortita e increíble. Lo edita Nudista, una editorial de cordobesa que también tiene “Vida en común”, un poemario familiero de Pablo Natale, Y hay poemas (no necesariamente contemporáneos) que atesoro y llevo en mí como si fueran tatuajes: “Arder” de Boccanera, “Hospital Británico” de Viel Temperley, “Despúes de un largo viaje” de Fabián Casas, “Poema del Albañil” de Fernando Callero, “Los neochilenos” de Bolaño y “Argentino hasta la muerte” de César Fernandez Moreno.
7. ¿Qué es lo que más te sorprendió encontrar al buscar tu nombre en Google?
Web synthesis about this name:...Anibal is most pleased by the requests of students to meet for lunch to converse in their new language.
Anibal is fluent in spanish and is our expert on garlic.
Anibal is the fourth generation of his family to work as a gaucho on the ranches spread around.
Anibal is going to shock a foreign land for the first time.
Anibal is unable to admit his need for the free gift of forgiveness.
Anibal is without doubt the best insect hunter in the country and one of the best in the world.
Anibal is a newborn baby boy currently in private foster care in guatemala.
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8. Respecto de tu profesión académica, ¿ se puede entender las matemáticas desde la poesía?
El nexo entre matemática y poesía es algo que me intriga hace mucho. No es una profesión donde abunden esos intertextos, pero he encontrado excepciones maravillosas, como Thangavelu, un matemático de la India que escribe libros de análisis armónico y los introduce con una poesía, que habla siempre del descubrimiento de la belleza. Es que eso es algo que muchos buscan en la matemática. Muchos divulgadores de esta ciencia, como Pablo Amster, han escrito sobre ello. La belleza en matemática está relacionada con la simpleza para expresar algo complicado: usar un artilugio ingenioso, con lo que está al alcance, para demostrar la veracidad de un enunciado profundo. Eso produce un gran placer. Así como cuando uno está estudiando algo abstracto que lucha con la intuición; es algo delicado que hay que manejar con pinzas, para en algún momento hacer encajar todo y que surja la verdad. Eso te hace sufrir y también sonreír Funciona como la poesía, sólo que la matemática usa la razón y la poesía, no sé, lo que vive del otro lado de ella. También pienso que si se puede escribir poesía en cualquier idioma, entonces con la matemática se debería poder, pero por ahora lo veo muy difícil, por lo menos para mí.
El nexo entre matemática y poesía es algo que me intriga hace mucho. No es una profesión donde abunden esos intertextos, pero he encontrado excepciones maravillosas, como Thangavelu, un matemático de la India que escribe libros de análisis armónico y los introduce con una poesía, que habla siempre del descubrimiento de la belleza. Es que eso es algo que muchos buscan en la matemática. Muchos divulgadores de esta ciencia, como Pablo Amster, han escrito sobre ello. La belleza en matemática está relacionada con la simpleza para expresar algo complicado: usar un artilugio ingenioso, con lo que está al alcance, para demostrar la veracidad de un enunciado profundo. Eso produce un gran placer. Así como cuando uno está estudiando algo abstracto que lucha con la intuición; es algo delicado que hay que manejar con pinzas, para en algún momento hacer encajar todo y que surja la verdad. Eso te hace sufrir y también sonreír Funciona como la poesía, sólo que la matemática usa la razón y la poesía, no sé, lo que vive del otro lado de ella. También pienso que si se puede escribir poesía en cualquier idioma, entonces con la matemática se debería poder, pero por ahora lo veo muy difícil, por lo menos para mí.
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