Una nena de pelo largo, muy largo,
está sentada en una de las últimas sillas. Se hace un rodete bien alto mientras
escucha responder a Fabricio Estrada (Honduras, 1974) las preguntas de sus
compañeros, los chicos de la Escuela 615 “República del Perú”. También
participan de la charla, organizada en conjunto por el Festival Internacional de Poesía y
el Distrito Sur, alumnos de D.I.N.A.R y asistentes al Taller Literario que
dicta la poeta Andrea Ocampo.
— La nieve ¿es una obsesión?—
Es el segundo día de Los poetas hacen escuela.
Pasen y vean.
Fotografía gentileza Escuela 615 |
Fabricio Estrada les habla a los chicos como un hermano o un tío más grande. No por eso deja de aproximarlos a conceptos fundamentales de la poesía:
— Me inspiro de respirar. De aspirar lo que me inspira. No hay un toque mágico;
uno debe tomar la vida, debe tomar el vaso, debe tomar el libro, uno debe
sentir la vibración natural de las cosas: ésa es la vida. No hay inspiración
para mí, no puede haber inspiración cuando debemos aspirar la vida y tocar la
vida.
Hay una densidad poética en todo
lo que se dice. Pero una puede desplazarse por esa densidad livianamente, como
por el agua. Son ideas que dan ganas de anotarlas, de grabarlas y por supuesto,
de quedarse flotando en ellas.
Fabricio introduce cada una de
sus lecturas con un relato en el que cuenta cómo escribió ese poema. O quizá, cómo
ese poema lo escribió a él:
— En 2004 estuve en un festival en Estocolmo, Suecia. Yo quería que el festival se extendiera para ver la nieve. Me quedé algunos días más. Pero no cayó. Solo la vi desde el avión, sobre los Pirineos. Por eso escribí esta poesía que se llama “La nieve es una vitamina”:
Cuando sueño con nieve
ninguna hoja en blanco sobrevive.
Al despertar, copos de papel
llenan con su ventisca
las horas del trabajo, entre
sorbos de Leteo
e imaginación barata
hago trizas currículos, noticias,
cualquier fragilidad impresa de
dudosas propiedades.
De aquí supongo
que el lápiz es la estación del
hielo,
un patín que rasga veloz a la
llana palabra.
Claro está, que nunca he visto la
nieve.
el granizo ha sido como un abrazo
que se detiene,
una sonrisa a la cual, de
improviso, se le caen los dientes.
pero he aprendido a vivir sin
ella,
y qué lastima, porque con nieve
hubiera aprendido a amar las
runas y a Kant,
al positivismo y al revisionismo,
en fin,
tendría bonanza y frialdad, una
abuela en las colonias,
vacaciones en Mallorca,
pedantería de sobra
y en mis sueños, no habrían
Blancanieves
ni esta mezcla de asombro y
suspenso
que acompaña siempre
a todo soñador del trópico.
— ¿Te gustaría conocer otro lugar
aparte de la nieve? — lanza un alumno.
Me gustaría conocer la
Patagonia. La veo como la destrucción del mito europeo con todos esos bellos paisajes.
Las preguntas que hacen los
chicos recorren un camino variado: desde sus gustos personales hasta la forma
en que él hace poesía. Y cuándo y dónde sucede eso.
— ¿Cuál fue el libro preferido
que escribiste?
No, no creo que haya libro
preferido. Porque es como qué vida fue preferida para ti.
Son cinco partes de mi vida. Los
egipcios tenían una concepción del mundo antiguo que era interesante: decían
que no había padre ni madre. Que uno era el padre de sí mismo. Yo tengo ahora
38 años, soy el papá de Fabricio cuando tenía 15. Y el Fabricio de los 15 años
era el papá de Fabricio cuando tenía 5. Pensando en eso creo que cada libro es
el papa del anterior.
— ¿Cómo se te ocurre lo que
escribís?
Pues, yo pienso que voy en una
motocicleta rrrrrrrr y que va ganando velocidad, y cada vez más velocidad, yo
así me imagino. El paisaje cruza rápido, cruza rápido, cruza rápido. Y veo
montañas, casas, que las voy juntando y de repente tengo un paisaje. Pero voy
en una moto.
Fotografía gentileza Escuela 615 |
— ¿Cuál fue el primer poema que
escribiste?
El primer poema que escribí fue
uno ¡que copié! Fue para un concurso de poesía. Yo tenía alrededor de 12 años.
Y lo que hice fue copiar a un poeta de los años 30. Entonces cuando el maestro lo
leyó, me dijo: “Aquí tenemos un poeta. Yo sabía que iba a nacer un poeta en
este pueblo.” Y yo me quedaba callado. Pero un año después un compañero de
colegio me dijo: “¡Claudio Barrera! ¡Copiaste a Claudio Barrera!” Yo le decía
que no, que no. Y ahí sacó el poema.
Luego de unos años, a los 17, fui
al cine y estaban pasando la película The
Doors con las letras de las canciones subtituladas. Yo leía lo que Jim Morrison
cantaba y me fascinaba. Llegué a casa casi en trance total y ahí empecé a
escribir. A los 17 años.
— ¿Qué otro país te gustaría
conocer?
Me gustaría conocer otra
Honduras. Otra Honduras como esta tranquilidad de Rosario. Una Honduras libre,
eso es lo que quiero conocer.
—¿Qué pensaron tus padres cuando
les dijiste que ibas a ser escritor?
Yo crecí con mi abuela pero ella no
le daba mucha bola al asunto. También estaba mi tía, que falleció hace poco. Y
un día, cuando yo ya estaba totalmente convencido de que iba a ser escritor le
dije:
- Tía, voy a ser algo importante
- ¿qué? ¿vas a ser presidente?
- No, no precisamente, no. Voy a
ser escritor
Y ella dijo: - ahhh (un poco
decepcionada)
Después, con el tiempo, yo le
mostraba mis libros: “mira este, que acabo de publicar, o este otro”. Y al cabo
de un tiempo, ella era la tía del escritor del pueblo.
Y después me decía: “Yo no te
entiendo mucho, pero sigue escribiendo”. Y en el pueblo decía “Yo no lo
entiendo, pero suena muy rico”.Fotografía gentileza Escuela 615 |
— ¿Conociste la nieve?
No, no la he conocido. Yo tenía
un diccionario que me regaló mi mamá a los seis años que fue mi diccionario de
toda la primaria. Y siempre había allí una biografía de "Las Meninas" de Velázquez,
y yo la mire siempre, toda mi primaria. Y tuve la suerte de conocer el Prado y
ver esa pintura. Y yo decía: No, es más bello en el diccionario. Yo sentía más
bello en el diccionario que la pintura misma que estaba ahí. Entonces sé que
cuando me toque la nieve y esté parado en la nieve, no será la nieve que tanto había
esperado. Todo está acá (y se señala la cabeza).
—¿La nieve es una obsesión?
Sí, es una obsesión. Siempre que
veo en la tele la nieve pienso en la idea de la navidad. Porque tenemos
instituida la idea de la navidad americana y no la europea. Entonces hace 40
grados de calor en navidad y el arbolito hace efectos de nieve. Y si hay algo
que a mí me recuerda la nieve es la navidad, que para mí siempre fue muy
hermosa. Eso mismo decía un poeta: “Que algún día venga siempre la navidad
sobre la tierra”.
— ¿Cómo hizo para hacer tantos
logros?
No puedo definir el logro o el
éxito en poesía. Seguí avanzando porque supe que no podía vivir sin esto. Y
cuando uno avanza sabiendo que quiere hacer algo, comienza a ser
exitoso como ser humano. Lo importante es que sigas tu ruta y que la disfrutes. Lo
que hice fue seguir mi ruta. En la moto.
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