por Tatiana Leiva
Carola
Brantome (San Rafael del Sur, Nicaragua, 1961) Poeta, periodista y cuentista. Nos respondió el cuestionario el mismo día que se lo enviamos, y con mucho agrado comentó que vive en un barrio semi urbano, a unos dos kilómetros del centro comercial de su ciudad, Matagalpa. Las fotografías enviadas por Carola muestran un clima fresco y montañoso, ella nos escribe que es una "zona cafetera", y precisamente el día que tomó las fotos estaba nublado.
Con gran entusiasmo cuenta que estará en Argentina al amanecer del miércoles 25.
1. ¿Qué lectura (texto, película, música) o experiencia te llevó a escribir poesía? ¿Qué gatilló el poema? ¿Qué edad tenías? ¿Provenías de un ambiente familiarizado con la poesía o la literatura?
Recuerdo que el primer poema que escribí fue a los 16 años –lo perdí–, era sobre la luna, seguro no era poema, aun no sabía escribir poemas. Pero la idea era decir lo que para mí significaba la luna, después de ése no he parado de escribir. Dice mi mama que yo siempre pregunté qué significaba una palabra, y me gustaban los libros y siempre hurgaba en los cofres para encontrar entre otros tesoros, los libros.
Me críe con dos tías abuelas, y con mi tía que es la
mama, la mamá que me crió a quien amo profundamente, a esas tres mujeres debo
tantísimo, que no podría escribir sobre mi vida sin mencionarlas, sin decir que
ellas me enseñaron gran parte de lo que sé y soy. El nombre de las estrellas y
de los pájaros, me contaban e inventaban cuentos, fueron y son personas
encantadoras.
Dos de ellas eran profesoras, y comenzaron por hacerme
leer el periódico, mejor dicho allí aprendí a leer de corrido, y me compraron
libros, unos librotes que ahora que reflexiono me digo, yo no pude haber leído
eso, si era una chavalita. Los primeros libros que conocí fueron por ejemplo La
vida es sueño de Calderón de la Barca, Hamlet y Bécquer… cuentos, leyendas,
libros infantiles creo que leí bastante, pero estaban los cuentos de ellas
sobre todo la María y la Carlota, las grandes mentiras que me lanzaban al
vacío, las grandes mentiras con las que viajaba de confín a confín.
Pienso que no implica mucho el lugar donde una nace.
Lo importante es quienes te rodean. A mí me leían desde muy pequeña, una de mis
tías abuelas Carlota, me contaba los cuentos de Las mil y una noches, mi otra
tía –prima de mi mamá–, es Socorro Brantome, a quien amo y le digo mamá, ella
es maestra, lo fue por muchos años, les decía que me sentaba en sus piernas y
me leía cuentos, como El Principito y tantos más. Una de mis fascinaciones es
que me leen, me encanta escuchar que me leen. Y repito ella me llevaban todo
tipo de libros, Rubén Darío, Amado Nervo, Juan Ramón Jiménez, Garcilaso de la
Vega… durante la revolución en mi pueblo se abrió una librería, allí adquirí
las obras de Alejo Carpentier, José Lezama Lima y Fernando del Paso…, los
conozco y me quedo deslumbrada, estos señores hicieron temblar la tierra que
pisaba yo cuando los leo por primera vez, a Octavio Paz, a César Vallejos ya
los conocía. Prácticamente vivía en esa librería, allí desayunaba, almorzaba y
mi mamá no escatimaba esfuerzo por comprarme esos libros, yo entonces no
trabajaba, ellas me daban esos gustos.
2. ¿Cuál es tu
proceso de escritura? ¿Tenés un método, un horario, un lugar? ¿Te acompañás con
lecturas?
Las lecturas siempre me acompañan, aunque sí paso periodos de pocas lecturas; sin duda para escribir es básico leer, la escritura sola sin lectura es vacía, sin atractivo. Un método, tal vez si llamamos método a hacer anotaciones, escribir líneas, armar el poema inicialmente con lo que sale, y luego darle forma, rescribir, revisar, corregir, releer, y volver a empezar, sacarle filo, afinar el poema, darle lustre, leerlo en voz alta. Leer diccionarios para mí es importante, hacer las consultas debidas y escuchar comentarios críticos. Un poema es un trabajo intelectual y una emoción reposada. Yo prefiero la madrugada para escribir, de 4 a 6 es la mejor hora del amanecer para escribir, me permite mente despejada, clima fresco, energías renovadas, silencio y un café rico, fuerte y amargo completa el oficio.
Las lecturas siempre me acompañan, aunque sí paso periodos de pocas lecturas; sin duda para escribir es básico leer, la escritura sola sin lectura es vacía, sin atractivo. Un método, tal vez si llamamos método a hacer anotaciones, escribir líneas, armar el poema inicialmente con lo que sale, y luego darle forma, rescribir, revisar, corregir, releer, y volver a empezar, sacarle filo, afinar el poema, darle lustre, leerlo en voz alta. Leer diccionarios para mí es importante, hacer las consultas debidas y escuchar comentarios críticos. Un poema es un trabajo intelectual y una emoción reposada. Yo prefiero la madrugada para escribir, de 4 a 6 es la mejor hora del amanecer para escribir, me permite mente despejada, clima fresco, energías renovadas, silencio y un café rico, fuerte y amargo completa el oficio.
3. ¿Quién, de
entre los invitados del festival, te gustaría que te lea? ¿Cómo es tu relación
con el festival?
He sabido del festival desde hace un tiempo, han
estado invitados dos poetas nicaragüenses y amigos Tania Montenegro y Héctor
Avellán, y me han hablado del festival. Creo que mi relación con el festival
está muy entrelazada en mi relación con Argentina y con autores que admiro, he
leído, y amo, maestros y maestras de este país, amado además, por nuestro Rubén
Darío. Y esa relación con Argentina se estrecha más con la publicación de mi
libro Postales en ciudades de arena en el año 2011, gracias al apoyo decidido
de Diana Bellessi y Javier Cófreses de Ediciones en danza. Que me lea la poeta
Diana Bellessi, a quien tendré el gusto y honor de conocer en el Festival.
4. ¿Contra qué o
contra quién escribís? ¿Qué autor de la contemporaneidad te parece
sobrevaluado?
Escribo para que la vida que vivo sea más hermosa,
para que lo que amo tenga sentido, la vida, la libertad, la solidaridad.
Escribo hoy con mi presente con mis horas, ¿contra quién, contra qué? contra
nada, contra nadie, no me alimento de estar en contra poéticamente; busco
corrientes de aire y agua que me fluyan, por donde pueda bogar con mi
barcarola. Cada quien tiene el valor que le devuelven sus espejos.
5. ¿Cuál fue “el”
momento poético que hayas vivido en las últimas horas?
Una querida amiga me ha escrito una carta en donde me
dice algo muy bello, dice ella refiriéndose a mi viaje a Argentina: “Traete un
puñado de tierrita, una piedrita, unas hojitas, algo que sea tu recuerdo íntimo
y físico de allá”, y eso ha sido para mí un momento poético y que me acerca a
esa emoción que me embarga de viajar a la Argentina y llegar al amanecer a
Buenos Aires, y pernoctar cuatro días en la ciudad de Rosario donde vivió
Alfonsina Storni.
6. ¿Qué libro o
autor contemporáneo recomendarías?
Yo recomiendo a J.L. Borges, a Virginia Woolf, a Julio
Cortázar, a Rubén Darío, a Laura Restrepo, a Emily Dickinson, a José Coronel Urtecho, a William Carlos
Williams, a Juan Rulfo, en fin a mis maestros y maestras.
7. ¿Qué es lo que
más te sorprendió encontrar al buscar tu nombre en Google?
No sabía que había tantas páginas con referencias
mías, eso me sorprendió.
8. ¿Creés
necesario que el escritor debe ser parte del proceso de edición y publicación?
¡Claro!, es una experiencia linda, y es muy
necesario que quien escribe se involucre responsablemente en el proceso de
edición y publicación de su libro, es más, lo disfrutará, si comprende ese
trabajo que es una extensión del proceso de la escritura, porque es también
creación, imaginación, y trabajo. La emoción de ver un libro impreso, es más,
si conocés el proceso que llevó sacarlo
a luz, por las manos qué paso, por el cuidado que en cada momento de su
recorrido, hicieron de él personas que también lo leen y lo cuidan como un ser
vivo. Yo lo he vivido, por eso lo sé y lo digo que es así.Mesa de trabajo dónde acostumbra escribir |
Calle que lleva a su casa, en Matagalpa |
Walman, perro amigo |
Ciudad de Matagalpa, en el centro la Catedral |
Matagalpa, ubicada en el centro norte de Nicaragua, de clima fresco y montañas. Zona cafetera |
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