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sábado, 27 de septiembre de 2014

"1.000 millones" en vivo y en directo

Por Oscar Bermeo


Anoche, durante tres horas, la rosarina plaza Montenegro fue el epicentro del sacudón poético hispanohablante. Autores de diversas latitudes coincidieron en el primer piso del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa para ver nacer a "1.000 millones. Poesía en lengua española del siglo XXI", un intenso manifiesto colectivo que da luces sobre la obra literaria de los jóvenes que revitalizan continuamente el idioma castellano.


Bernardo Orge y Daiana Henderson presentan "1.000 millones...". (Foto: Guillermo Turín)


En la presentación, Bernardo Orge y Daiana Henderson, dos de los editores del proyecto, enunciaron algunos rasgos de la selección. Una lengua común y un grupo etario similar (nacidos entre 1980 y 1995) fueron algunas de las pautas que dijeron tener en cuenta durante el proceso. En un momento, Bernardo rompió el protocolo."Hay que dar un agradecimiento expreso a Google", dijo destacando el rol de la navegación en el ciberespacio para descubrir nuevos tripulantes en la misión.

Julio Balcázar en plena lectura. (Foto: Guillermo Turín)


Lo que siguió fue una puesta en escena de la publicación. Como si se tratase de una versión en vivo de "1.000 millones...", gran parte de los autores antologados fueron subiendo al escenario, uno a uno previa presentación, para leer sus poemas. Los textos intencionalmente largos de Pablo Fidalgo (España); los deseos de Julio Balcázar (Venezuela) por mudarse a Rosario; la confesión de Kevin Castro (Perú) de su abandono universitario, fueron algunos de los momentos que la noche propinó. 

Bernardo Orge compartió con nosotros mayores detalles de la flamante publicación en la siguiente entrevista. 

El año pasado la orientación de las publicaciones, lanzadas en el contexto del Festival, cambiaron de rumbo. Se dejó la producción de obras completas y se pasó a las antologías colectivas. Este año se refuerza esa nueva senda con “1000 millones. Poesía en lengua española del siglo XXI”,  ¿qué motivó a cambiar ese enfoque?

Creo que no me toca a mí responder esta pregunta, recién me sumé este año al equipo de organización. De todas maneras, una hipótesis: capaz que el hecho de que en el Festival se crucen autores y publicaciones de todas partes terminó decantando en estas iniciativas.
Por otro lado, no me parece que se trate de un cambio de enfoque radical. Si uno mira el breve catálogo que se armó con las publicaciones del Festival encuentra, como decís, obras poéticas reunidas pero también libros de entrevistas, ensayos, etc. Analizando esa serie podés pensar que los móviles de todos esos libros son más o menos los mismos: poner en circulación textos difíciles de conseguir, intervenir críticamente sobre el campo… tratar de proponer, en definitiva, iniciativas editoriales necesarias y a veces postergadas. En este sentido, las antologías se suman a la colección sin mayores problemas. Como lector, Trabajo nocturno, la obra reunida de Inchauspe, y 30.30, la antología de poesía argentina del siglo XXI, me parecen libros igual de necesarios. Además, lo que pasa un poco con las colecciones es que los primeros títulos de la serie condicionan a los que siguen pero a la vez los títulos nuevos resignifican a los anteriores. En la solapa del 1.000 millones el primer libro de la lista es de Juan L. Ortiz. ¿Qué puede significar esto para un chico rosarino que no conoce a Juanele y se compra la antología interesado por autores de su edad? ¿Qué le va a pasar con eso? Estas preguntas se magnifican si se piensa en lectores extranjeros.



- ¿Cómo fue el proceso de selección de los escritores incluidos en esta nueva antología? ¿Además de libros publicados, también se consideró la obra difundida en blogs y redes sociales?

Leímos mucho de la pantalla de la computadora, bastante en papel también, pero más de la computadora. Charlamos, cambiamos mails y armamos listas con cientos de nombres de poetas. Teníamos el bagaje, en materiales impresos y referencias, producto de los intercambios de los Festivales y teníamos la biblioteca de Daniel García Helder, con los libritos acumulados por él durante años de trabajo. Así y todo, lo mismo el grueso de la búsqueda fue en Internet. El libro termina con una webgrafía, una muestra apenas indicativa de las páginas que consultamos: revistas electrónicas, blogs, tumblrs, etc. De alguna manera, como los datos bibliográficos de los libros de cada autor aparecen en las notas biográficas, nos pareció más necesario y más interesante este anexo que una bibliografía tradicional.
La búsqueda online fue extensiva, sin ningún filtro más que el de la disonibilidad de los materiales en Internet. Un recorrido cualquiera podía ser más o menos así: encontrábamos en un blog el comentario de una lectura en un bar de la ciudad equis con la lista de los autores participantes, googleábamos a esos autores, buscábamos sus blogs, sus colaboraciones en revistas electrónicas, intentábamos encontrar algún libro en scribs o en issuu, leíamos sus poemas, buscábamos más poemas y, si nos gustaban, contactábamos al autor en cuestión para pedirle el grueso de su material que, por regla general, nos llegaba en archivos digitales. Este método terminó dándonos alguna sorpresa incluso entre los autores argentinos, el campo que por cercanía nos era más familiar.
Para nosotros la entrada de blog es una publicación. Aunque el administrador pueda eliminarlo o modificarlo, ahí hubo un texto escrito, accesible para cualquier lector. Tratamos de ser justos con esto y citar todas las fuentes originales de los poemas, sean blogs personales, revistas electrónicas o páginas web. En el caso de los blogs decidimos mantener en la antología el orden cronológico inverso y datar con fecha y hora cada entrada para emular las plantillas html o wordpress. Creo que esta preocupación por referir la procedencia online de los textos terminó siendo productiva. Gracias a esto, una de las lecturas transversales que soporta la antología es la referida a los usos de las herramientas web por los autores de poesía –cómo varían en cada caso, cómo varían según grupos etarios, según países, etc.–, cosa que se habría perdido de haber presentado todos los textos sacados de Internet como inéditos. Por otra parte, cuando pasás un poema de una plataforma web al papel mucha información hipermedial queda en el camino pero al mismo tiempo las nuevas condiciones de lectura concentran la atención exclusivamente en el aspecto lingüístico de ese texto multimedia. Es una operación que sí o sí implica una pérdida pero que también cambia el enclave de lectura.
Otra cosa que me parece interesante es que algunos de estos textos de origen web fueron escritos fuera de género, o sea, sin una atención especial a las convenciones de producción y recepción de la poesía por parte de los autores. En todo caso, la etiqueta que mejor les queda es la de ‘entrada de blog’, pero al mismo tiempo son textos que tienen lo poético como horizonte y dialogan tranquilamente con los poemas del libro, lo que hace pensar en los límites y los alcances de esta forma de escribir.

- ¿Cómo describirías lo que está sucediendo en la poesía joven de habla hispana?

La verdad, antes de trabajar en la edición de este libro no estaba acostumbrado a pensar en esos términos y todavía me cuesta un poco. Creo que los niveles de análisis a los que estamos más acostumbrados –o a los que estoy más acostumbrado yo– son el regional, el nacional y, a lo sumo, el continental. Nunca había llegado a abrir tanto el zoom como para poner a dialogar los diferentes módulos mentales que uno se va armando en la cabeza como lector y que más bien terminan cayendo en algo un poco cómodo que es usar la nacionalidad como ordenador, con un par de faros estéticos históricos y ya. 1.000 millones pone el foco en la lengua y con esto determina un territorio de análisis nuevo, una serie nueva, en donde los eslabones, los textos, establecen entre sí relaciones muchas veces inéditas. Esto, creo, hace pensar cosas nuevas.
De todas formas la poesía joven de habla hispana es vastísima y excede en mucho a los trabajos incluidos en este libro. Muchas búsquedas, muchos autores. Un breve viaje en el tiempo: creo que en poesía en lengua española –más allá de un par de poéticas super influyentes, más allá de la expansión del coloquialismo en los 60, etc.– puede que el modernismo haya sido la última avanzada estética con pleno alcance internacional. Y, es raro, pero en una buena cantidad de los poetas que leímos se siguen notando rasgos modernistas. En 1.000 millones, en cambio, esta presencia no se percibe sino mediada. Pero, bueno, lo menciono porque eso pasó hace ya bastantes años y desde entonces no es fácil adjudicarle rasgos generales a la poesía en habla hispana; incluso entonces tampoco lo era.
Entre los incluidos en la antología hay de todo: autores que parecen continuar una tradición nacional o regional, autores que de alguna manera están más al tanto de las últimas tendencias internacionales en otra lengua (como la alt-lit, por ejemplo), autores que recibieron influencias de todas partes pero que a la vez son decididamente personales… Igual, más allá de las diferencias, se leen en los textos marcas del período de tiempo común en que fueron escritos.
Hay dos fenómenos que a esta altura ya no son tan novedosos –y que además no son estrictamente estéticos– pero que son super importantes para esta promoción de autores: la proliferación de editoriales de tirada chica y la expansión de Internet. Las dos cosas transformaron las formas de socialización del hecho literario y, así, los gustos.
Los 33 autores incluidos en la antología nacieron en 16 países diferentes pero publicaron sus libros (y no todos publicaron libros…) en 46 ciudades distintas de Latinoamérica, EE.UU. y Europa; menciono el dato porque me parece significativo el plano que se traza si uno presta atención a las notas biobliográficas del libro, corrobora el hecho de que a pesar de que las capitales siguen acumulando la mayor parte de la producción editorial existen en todo el mundo hispanohablante iniciativas medianas y chiquitas que rompen con ese esquema centralista. Algunos autores viajan, asisten a distintos festivales, llevan libros de un lado para el otro, se ponen en contacto con tendencias y poetas de otros lugares, etc.
Pero este es un fenómeno que viene creciendo desde hace al menos dos décadas. El uso masivo de las redes sociales y de Internet 2.0, aunque ya tiene sus años, es un poco más reciente –Facebook, para nombrar a un gigante, nace en 2004 y su versión en español es del 2007. Llama la atención el hecho de que sea la mitad más joven del corpus de autores –los nacidos a partir de 1985– la que aparentemente usa más la herramienta: si dividimos a los 33 a la mitad, tenemos que mientras que de los primeros 17 hay 11 que o bien no tienen Facebook o bien no tienen de amigo a ningún otro autor de la antología, entre los 16 restantes solamente 3 no están en contacto con alguno de los otros antologados. Y, además, en este segundo grupo el contacto es generalmente intercontinental. El intercambio que se genera a partir de esto es inmenso: chats, publicaciones digitales, revistas electrónicas, tumblrs colectivos, reseñas en blogs, hangouts, etc. Pero, además, la forma de leer va cambiando paulatinamente según se expanden estas prácticas, los autores más jóvenes empiezan a manejar de manera completamente natural, sin límites de continuidad, lenguajes multimedia, links, etc., y el lugar del texto escrito o de la palabra oral se condiciona de mil maneras distintas. Leer a estos autores me hizo dar ganas de tener un celular tecnológico, con internet y todo.

- Dada la naturaleza continental de la obra, ¿hay intención de difundir el libro en otros países de Latinoamérica?

Como, según venimos diciendo, el criterio que rige la antología no es geográfico sino lingüístico –“poesía en lengua española…”–, 1.000 millones no incluye solamente autores latinoamericanos de habla hispana, también hay estadounidenses y españoles, por lo que cabría decir que la naturaleza de la obra no es continental sino internacional, planetaria o, por qué no, universal. Je. Aunque finalmente muchos no hayan quedado en el libro, durante la búsqueda leímos autores nacidos en todo el mundo; hasta algunos del Sahara Occidental y de Guinea Ecuatorial, para dar ejemplos poco frecuentados.
Más allá de esto, la intención es que el libro viaje lo más que se pueda.

- “30.30: poesía argentina del siglo XXI” tuvo una gran recepción. ¿Qué representa para el equipo editorial que una iniciativa local sea adquirida por el Ministerio de Educación para su distribución en las escuelas de todo el país?

Tampoco me corresponde a mí responder esto. Igual, más allá de todo lo que significa esta edición especial de doce mil ejemplares para la EMR y para Rosario, daría vuelta la pregunta: qué representa para los chicos de todo el país que este libro esté en sus escuelas. Las bibliotecas a las que tienen acceso la mayoría de los chicos interesados en leer y escribir –si tienen acceso a alguna– están bastante desactualizadas. Hace treinta años que los textos iniciáticos para un adolescente son los mismos, con todas las consecuencias que esto tiene para la imaginación de todos nosotros. Supongo que en parte por la crisis de la industria editorial argentina durante los noventa, los autores que escribieron del ochenta para acá, más allá de algunas iniciativas estatales similares a esta, no tuvieron la legitimación necesaria para llegar a las escuelas. Va a estar muy bueno ver qué les pasa a los chicos con escrituras generacionalmente más cercanas a ellos.

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