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domingo, 29 de septiembre de 2013

El homenaje a Góngora

por MB

En esta entrevista Héctor Piccoli repasa la figura de Luis de Góngora y Argote, muestra su importancia actual y analiza algunos aspectos de su escritura en ocasión de los cuatrocientos años de la primera edición de las Soledades.

Héctor Piccoli y Claudio Sguro en el homenaje a Góngora. Fotografías de Guillermo Borella.



Una vuelta por la feria: los libros que vendrán

por MB y AP

Fotografía de Guillermo Borella.


Estuvimos dando un paseíto por la feria de editoriales para charlar con los editores y preguntarles, entre otras cosas, qué proyectos tienen, qué libros nos traerán, quizás, el año que viene. 


Black & Vermelho: Publica poesía de países extranjeros y edita dos libros por año. Para el próximo año piensa editar a una poeta brasileña y una argentina. 


Soquete terrorista: Trajo a la feria un libro de poesía de Carim Dip (de Fray Luis Beltrand) que aún no presentó. Editará próximamente un cuento inédito de Adrián Abonizio.

Erizo: Va a editar la primer novela de Laura Rossi y un libro de ensayos del mexicano Luigi Amara.
La pulga renga: Próximamente editará un libro de poesía de Maia Morosano, que será el tercero en  la serie de chicas.


El ombú bonsai: Editará una novela de Pablo Bigliardi, Determinación y está buscando próximos títulos para la colección Raíces aéreas, que ya cuenta con cinco en su haber. 


Zindo & Gafuri: Editará Indeterminación, de John Cage; una reedición de El lado ciego de Carlos Battilana; una antología de Karmelo C. Iribarren, No hay más; No transpira, de Rubén Enrique Guerrero; La conspiración de las perlas que transmigran, de Ana Claudia Díaz y un libro de Brian Eno.


Iván Rosado: Presenta en esta feria el libro de Fernando Callero Al rayo del sol, que reúne ocho títulos publicados entre 1998 y 2013. A fin de año editará un libro de poesía de Tomás Boasso, El entusiasmo, como parte de la colección Brillo.


El ojo del mármol: Tiene intención de publicar el año que viene una antología de poetas latinoamericanos en dos volúmenes.


EMR: Presenta en el festival 30.30. Poesía argentina del siglo XXI; tiene en imprenta un libro de ensayos críticos de literatura de María Teresa Gramuglio, Nacionalismo y cosmopolitismo en la literatura argentina. También editará a los ganadores del premio Felipe Aldana: José Ignacio Sainz, Daiana Henderson y Sol Figueroa; y el año que viene publicará el segundo premio y las menciones de este concurso.

Ciudad gótica: Publicará en lo que queda del año entre ocho y diez libros (novela y poesía). También planea entre fin de este año y el año que viene hacer ediciones de mayor tirada de algunos best-sellers de distintos lugares del mundo; por ejemplo, una novela autobiográfica de un ex-narcotraficante colombiano, mano derecha de Pablo Escobar. Por último planea también la edición de algunos libros-objeto para regalos empresariales, como la redición de Futbolera de Jorge Isaías y La cocina del bicentenario de Lucrecia Mirad.

sábado, 28 de septiembre de 2013

El changuito de Santiago Venturini

Venturini fotografiado por Micaela Pertuzzo.

Venturini le aumentó varios kilos a la valija. Se lleva: El rayo de sol, de Callero; La edad de plata, de Echevarren; Paterson V, de Carlos Williams; Narración, de George Oppen; 18 éxitos para el verano, de Mauro Lo Coco; VHS, de Patricio Gringberg; y Krakatoa, de Anibal Cristobo.


Fotografía de Guillermo Borella.


Gran abrazo gran

Fotografía de Micaela Pertuzzo.


La mirada precisa.

El changuito de Daiana Lattini

Fotografía de Guillermo Borella.

Daiana (Rosario, 1988) se lleva Boedo, de Fabián Casas; Bésame de nuevo, forastero, de Pedro Lémebel; y Crucero ecuatorial, de Diana Bellessi.

En armonía

                                                   Fotografía de Guillermo Borella.



La armonía vital de Ce Ulla

El changuito de Pablo Javkin

Sebastián Riestra y Rafael Ielpi en la presentación de El vicio absoluto. Fotografía de Guillermo Borella.

Javkin, que vino a la Plataforma Lavardén a ver el homenaje a la reedición de El vicio absoluto, de Rafael Ielpi, pasó por la feria y se llevó tres libros: Cortada, de poetas rosarinos; Yo soñaba con comprarme una combi, de autores santafesinos; y Medio metro cuadrado de coexistencia, de Irina Garbatzky. Tal vez les entre en los tiempos muertos de la campaña.

Léame el ataque del gato del infierno

Con Sol Figueroa nos cruzamos varias veces en la feria de editoriales. Compró El gato del infierno, de Stephen King, Ataque de pánico, de Juan Xiet, y Léame, de Nicolás Di Candia.
Fotografía de Guillermo Borella.

El oráculo de Delfos

Breve escena de la clínica de poesía, que se desarrolló a la mañana, durante los días del Festival en la Biblioteca Argentina.

por Anaclara Pugliese

Carola Brantome y Diana Bellessi en la lectura final del XXI Festival. Fotografìa de Guillermo Borella.

Las dos manos se mueven en el aire. Buscan el ritmo del poema. Lo intuyen apenas. Las yemas de los dedos pulsan suaves castañuelas invisibles. Parecen querer desprenderse del papel definitivamente. Diana Bellessi lee con el vaivén de su voz de cantora de coplas en la Sala infantil y pedagógica de la Biblioteca Argentina, donde se desarrolla la Clínica de Poesía del Festival.
—Bueno querido Esteban ¿te sirve de algo esto que te estamos marcando o te sentís horrible?
—Las dos cosas —responde Esteban y todos nos reímos.
—Este poema me gusta porque tiene muy pocos elementos, tiene dos o tres cositas, está hecho casi con nada.
Una mujer vestida con una campera de hilo de un rosa estridente cuchichea que el poema podría ser “tranquilamente un cuento corto, tranquilamente”.
—A mí me gustan los poemas narrativos —continúa Diana—, que cuentan un cuentito, porque la poesía también es el arte de narrar, sólo que la poesía narra de otra manera. Que alguien lea este poema con una voz simple, por favor, porque se ponen nerviosos y leen para el culo. ¿De qué se ríen? ¿De que dije culo? Soy bruta, ¿no?
Empieza a leer una chica con voz simple. Cuando termina, Diana pide que comenten el poema.
—El poema está adentro, no está en lo que decís —le dice a Esteban Carola Brantome, con un acento nicaragüense que amontona un poco las sílabas.
—Pero no entiendo lo que decís.
Otros tampoco entendieron.
—No te lo puedo explicar —y mirándolo a los ojos como queriendo hurgarle adentro—: vos sabés lo que te estoy diciendo, vos sabés.
—¿Qué más ven en este poema?—coordina Diana.
—Para mí el segundo verso hay que sacarlo—de nuevo, Carola.
—Pero ese es el verso que más me gusta.
—Y bueno, ¡justamente por eso lo tenés que sacar! —afirma mirándonos a todos como si se tratara de una obviedad.
—Carola es el oráculo de Delfos —superpone Diana, sobre las risas de todos—. Bueno, ahora no se va nadie, porque vamos a leer unos poemas de Francisco Madariaga. Acá tenemos el micrófono ¿Quién quiere leer?
—Yo —dice la chica de voz natural, y se va sentando con Diana, delante del micrófono. Intentan prenderlo, pero no funciona.
—Si no lo leo en voz alta y listo.
—El micrófono es para que se muevan las piedritas que están debajo de este cemento y las nubes del cielo —responde Diana, y mientras va moviendo los dedos como piedritas. Las manos como nubes.

San Centeno

Fotografía de Micaela Pertuzzo


Pablo Natale, el santo de los bosques de Centeno

Peluquería interior de lengua y literatura


De paseo por la feria en el primer día del festival, Judith Podlubne compró Peluquería masculina, de Silvio Mattoni, El paisaje interior, de Mirta Rosenberg ("Dos ejemplares, uno para regalar", dice Judith), Cuadernos de Lengua y literatura, de Mario Ortiz ("Para regalar"), y Lengua materna, de Philipe Jacotot.
Fotografía de Guillermo Borella.

Barroco y neobarroco, por Héctor Piccoli


Fotografía de Guillermo Borella.

Palabras de Héctor Piccoli en torno al barroco histórico y el neobarroco extraídas de una entrevista hecha por Osvado Aguirre para Bazar americano:
 "Estoy convencido de que hay errores básicos, generalizados, en el tratamiento del tema. Se habla mucho de neobarroco, de barroco americano, de esto y aquello, pero se desconocen y se confunden las leyes básicas de producción de sentido del barroco histórico. Gran parte de lo que se llama neobarroco no solamente no tiene que ver con el barroco, sino que está en abierta contradicción con los principios básicos de funcionamiento de la economía significante del barroco (histórico). Te puedo dar un par de ejemplos (que repito siempre en las clases): 1) el barroco histórico nunca transgrede el límite de la gramaticalidad; puede complicar la sintaxis, torsionarla hasta un límite impensable (como en Góngora), pero siempre vas a tener la posibilidad de re-estructurarla. No hay agramaticalidad, no hay anacoluto, cosa que hay en gran parte de la poesía llamada neobarroca o ‹neobarrosa›… Éste es un rasgo de gran importancia, porque involucra la entera cosmovisión del barroco: sería impensable que el barroco pudiera transgredir la gramaticalidad; tal cosa implicaría romper el orden del mundo, de ese mundus symbolicus, un mundo ordenado, un sistema de correspondencias. Sería como pensar que hubiera una frase musical de Bach que estuviera ‹suelta› de la composición, o que desafinara. Es imposible, no entra en la concepción del mundo barroca; 2) el barroco no procede sólo por mera acumulación (operada, por supuesto, como un rasgo más, por ciertas figuras, por ciertos recursos sintáctico-retóricos), sino más bien por hiperestructuración, por sobredeterminación de los elementos en juego… Y así sucesivamente.
Por otra parte, estoy convencido de que el barroco tiene mucho que decir a nuestra contemporaneidad, por paradójico que parezca, mucho más que más de un ‹-ismo› de décadas atrás.

Sebastián Morfes: Bahía Blanca como mito

Sebastián Morfes nació en Bahía Blanca en 1976 pero vive en Buenos Aires desde hace 10 años. Allí dirige Determinado rumor, una editorial digital de poesía de acceso libre. Le preguntamos cómo influye su lugar de origen en su escritura, quién de sus contemporáneos siente más cercano y cuáles de los autores publicados en determinado rumor tuvo mayor difusión y público. 



De barrios, tiburones y malecones


“Antes los pibes no entendían nada, llevábamos de una a Washington Cucurto y los pibes flasheaban. Pero después nos íbamos y nunca más veían una poesía. Era cómo un shock de poesía”. Quien habla es Federico Tinivella, coordinador del área de Cultura del Centro Municipal de Distrito Oeste, la zona que aglutina los peores índices socioeconómicos de la ciudad. Vamos en su auto a recoger a Ariadna Vázquez Germán para luego llevarla hasta el colegio N° 569 del barrio Santa Lucía, cerca del límite de la ciudad; territorio –como tantos otros- testigo del crecimiento de la violencia y la delincuencia organizada a fuego y plomo.

Federico explica que para lograr algo que tenga menos de shock y más de continuidad, hace unos años decidieron generar un ciclo de visitas poéticas a la escuela, con poetas de la ciudad, y que el poeta invitado al Festival llegue como la frutilla del postre. En rigor, en un rato nomás, Ariadna estará cerrando el ciclo“Los poetas hacen escuela”.

Llegamos al hotel, pero Ariadna recién empieza desayunar: jugo, café, ensalada de frutas; un típico desayuno centroamericano. Esperamos afuera y, casi como si fuera una necesidad, hablamos de poesía. “Una vez leí Pizarnik tratando de escribir novelas o cuentos y no va, no se puede sacar la poesía de encima”, dice Federico, que también es poeta, escritor y fotógrafo. “Naa, lee la poesía de Bukowsky”, me dice cuando le digo que sólo leí algunas de sus novelas y cuentos, y que no me gustaron. Le cuento que ayer, la lectura tumbera de Oscar Fariña me hizo cagar de risa, “voy buscar algo de él”, dice. Sale nuestra poetisa y partimos rumbo a la escuela.



Versos para la oreja


¿Alguna vez pensaste que Cortázar te recitaría un poema al oído?

Poesía al instante

Por Delfina Amelong



Espacio laberíntico, onírico, con recovecos por doquier. Recorrer la Plataforma Lavardén, cargada de versos que transforman el aire, es una experiencia de esas en las que uno se olvida que el tiempo está transcurriendo.
Entro al ropero mágico, sigilosamente. Aunque advertida de qué había allí, no sabía con qué iba a encontrarme. Miro la escena, no quise interrumpir. El clima que allí se respiraba era casi irreal. Flotaba una atmósfera espesa. Espesa, espesa, otra dimensión. Quise sentarme contra la pared y me di cuenta que estaba apoyándome contra una pila interminable de libros. Libros hasta el techo, libros en las mesas, libros flotando. La luz tenue y un cuadro de “Medusa” me sugirieron que otra fuerza podría llegar a estar sosteniendo la pila de libros.
En ese cuadro está Fernando Callero, con sus pantalones ajustados, sus rulos crecidos, sus anteojos, y su ser. “Si querés decir la frase en inglés, no pongas «cerebral universal mix », mejor poné «cerébral univérsal mix », sugiere Callero en esta “gomería” literaria, donde “reparan tu poema en 5 minutos”. La autora del poema lo mira con atención, avalando su corrección. “La poesía tiene musicalidad, no es lo mismo «no seas tan cruel » que «no seas tan cruél » (no busques más pretextos)”.
Fernando toma lápiz y goma, es un maestro artesanal.

Escritura de canciones en el Roberto Fontanarrosa

por DA



Un pantallazo al segundo encuentro dictado por el Polaco Abramowski y Rubén Busi en el Roberto Fontanarrosa.
Poniéndole música, creando una canción a partir de las letras que llevaron los concurrentes. El proceso colaborativo hecho canción. 

Daft Callero

Fotografía de Micaela Pertuzzo.

Ya aclaró de entrada que le gusta la joda, por eso no sorprende que el jueves, con ganas de música, fue hasta el hotel, cazó la guitarra -de su hijo, decían en el bar- y volvió a Bienvenida Casandra. Arriba del escenario tocó Get lucky, el tema sensación de Daft Punk.

Jordi Doce: la ciudad traducida

Por Rosario Spina

En el pasillo que lleva hacia el salón de música del Colegio Parque de España hay varias aulas vacías. Las puertas tienen ventanas ojos de buey de donde cuelgan cartelitos con el nombre de cada departamento. A través de ellas se ven sillas y bancos perfectamente acomodados. Hasta allí, el primer piso, se accede mediante una escalera amplia, de esas que son tan cómodas que una no se da cuenta de estar subiéndolas.
Al final del pasillo se oyen murmullos. Antes de abrir la puerta pueden verse los alumnos acomodados en sus asientos. Cerca, Adriana Llosas, la vicedirectora del colegio. Al final de las hileras, frente a ellos, Jordi con Ana Celia y Rosario, las profesoras de Literatura Española. 


Pasen. El Festival en las escuelas está comenzando.


Fotografía: Micaela Pertuzzo

“La enigmática sonrisa del delfín, que algunos han creído vislumbre de inteligencia y otros tantos han figurado con pericia en incontables emblemas, no es tal vez sino la sonrisa de quien ha olvidado trayecto y destino y se entrega ligero al puro placer del avance…” 


Jordi pronuncia cada sílaba con detenimiento. Pero esto, esta lectura, sucederá más tarde. Jordi leerá sus poemas y luego algunos chicos le harán preguntas. 

Ahora, antes de la lectura y de las preguntas, una alumna pasa al frente y lo presenta. Y más o menos esto es lo que dice:

En el ropero mágico


Un vistazo por el ropero mágico donde reparan tu poema.

Sobre "Los poetas hacen escuela"


Por Rosario Spina

Cuando cubrimos la charla de Fabricio Estrada, Andrea Ocampo aprovechó para contarnos sobre las actividades que organiza el Festival en conjunto con los Distritos:


Fotografía gentileza Escuela 615



"Hay una intencion de descentralizar el Festival de Poesía. Entonces todos los Distritos trabajan en conjunto con él para que los poetas puedan conocer otras partes de Rosario, otras comunidades lectoras. Nosotros somos del Distrito Sur, y junto con el Festival organizamosuna lectura y charla del poeta Fabricio Estrada en la Escuela República del Perú.  Hace un par de meses estamos trabajando en esto. Trajimos a la escuela material sobre el poeta y se hicieron escrituras basadas en algunos de los poemas de Fabricio acorde con el interés de los chicos. Incluso en uno de los cursos llevaron el poema a casa y los padres escribieron qué pensaban acerca de la nieve y el mar. Eso está expuesto en la Escuela.
Tambien vino a participar de la charla el taller de escritura del Distrito Sur y una escuela invitada. 
Resultó algo hermosísimo porque pudimos ir trabajando y aprovechando al máximo desde antes de la llegada del poeta. Se trata de que los chicos de esta escuela tengan la oportunidad de conocer a un escritor y sobre todo pensar que si alguno de ellos elije ser poeta, también lo puede ser."

Fabricio Estrada visita la Escuela 615

Por Rosario Spina

Una nena de pelo largo, muy largo, está sentada en una de las últimas sillas. Se hace un rodete bien alto mientras escucha responder a Fabricio Estrada (Honduras, 1974) las preguntas de sus compañeros, los chicos de la Escuela 615 “República del Perú”. También participan de la charla, organizada en conjunto por el Festival Internacional de Poesía y el Distrito Sur, alumnos de D.I.N.A.R y asistentes al Taller Literario que dicta la poeta Andrea Ocampo.


La nieve ¿es una obsesión?


Es el segundo día de Los poetas hacen escuela.

Pasen y vean.



Fotografía gentileza Escuela 615



Fabricio Estrada les habla a los chicos como un hermano o un tío más grande. No por eso deja de aproximarlos a conceptos fundamentales de la poesía:

Me inspiro de respirar. De aspirar lo que me inspira. No hay un toque mágico; uno debe tomar la vida, debe tomar el vaso, debe tomar el libro, uno debe sentir la vibración natural de las cosas: ésa es la vida. No hay inspiración para mí, no puede haber inspiración cuando debemos aspirar la vida y tocar la vida.

Hay una densidad poética en todo lo que se dice. Pero una puede desplazarse por esa densidad livianamente, como por el agua. Son ideas que dan ganas de anotarlas, de grabarlas y por supuesto, de quedarse flotando en ellas.

Carola Brantome y el encuentro de talleres literarios de los distritos

por Milena Bertolino

Fotografías de Micaela Pertuzzo.


Son las cinco de la tarde de un viernes nublado. Está por empezar una de las actividades del XXI Festival Internacional de Poesía de Rosario. Se trata de la reunión, en la biblioteca Estrada, de los talleres literarios desarrollados en los centros municipales de distrito de la ciudad. Es una reunión especial porque compartiendo la tarde con los talleristas estará Carola Brantome, poeta nicaragüense invitada al festival; además habrá un recital a cargo de la cantante rosarina Irene Cervera.

Ahora Irene se encuentra con su grupo probando sonido. Las sillas del público aún algo vacías, se irán ocupando al pasar un rato. Se acercarán señoras de arreglados cabellos - algunas de más de sesenta,  alguna de más de setenta también-, unas personas más de mediana edad, una joven.  Ronda por el aire algún comentario sobre el incómodo diseño  de la programación del Festival.  Carola Brantome, mientras, charla con los coordinadores de los talleres y toma café.  “El café ahí es obligatorio, yo paso bebiendo café todo el día” dirá más tarde entre risas cuando aclare que ése es su segundo café del día, pero que ella en Metagalpa –zona cafetera de Nicaragua donde vive– acostumbra  tomar cinco tazas en un día. 

Trasnoche

"Ya entendí por qué los festivales de poesía empiezan después de las 17", dice alguien entre risas, testigo de que pasadas las 23, y pasadas algunas bebidas, la Plataforma Lavardén se convierte en un castillo encantando. Mientras algunos terminan de comer otros ya empiezan las lecturas en la terraza, entre el cielo, la cúpula y el gran reloj de agujas. Hay una sustitución: los poetas más retirados de la noche se van al hotel y salen a la cancha los más jóvenes, las promesas, los menos conocidos, más cómodos con la nocturnidad. Después, algo de música, alguna que otra escena, alguna que otra cosa, bajar las escaleras circulares y deambular en manada hacia el próximo destino. Donde habrá más lecturas, de poetas más jóvenes, de más lejos, y así seguirá. Entre cervezas, poesías y demás corroboramos lo que nos decía Callero, eso de que a los poetas les gusta la joda.   

Trasnoche en la terraza de Plataforma Lavardén



Trasnoche en Bienvenida Casandra

Fotografías de Micaela Pertuzzo.



viernes, 27 de septiembre de 2013

La venganza del centrojás y los bichos

Fotografía de Guillermo Borella.

Laura Hintze (Rosario, 1989), de paseo por la feria compró Centrojás, de Nicolás Manzi, La venganza del cordero atado, de Camilo Blajaquis, y Eloísa y los bichos, un libro para niños con texto de Jairo Buitrago e ilustraciones de Rafael Yockteng.

La oreja sustancial

Fotografía de Guillermo Borella.

Nicolás Manzi (Venado Tuerto, 1978), compró en la feria Oreja tomada, de Manuel Alemián, y Antología sustancial, de Vinicius de Moraes traducido por Christian Di Napoli.

El changuito de Ariadna Vásquez Germán

por LG

"Me traje dos maletas, una sólo para libros", nos dice AriadnaPedro Lémebel, Enrique Lihn, Beatriz Vignoli, Manuel Alemian, Jorge Bocannera, son algunos de los autores que se lleva para México (sí, es dominicana, pero hace 10 años que vive en el DF). A ellos se le suman Nada que ver, una antología de relatos de la región, y los 25 libros que compró en la previa del festival, en Buenos Aires.



Una poeta del futuro

Fotografía de Mariano Ferrari

Sol Agostina Figueroa (Tucumán, 1998) es la ganadora del premio de poesía Felipe Aldana 2013 en la categoría sub 21 por su libro 101: Memorias de un pianista. Le preguntamos cómo había pensado su libro, si como una serie de poemas o como un relato, y cuán importante era la historia que cuentan los versos. También nos conté sobre sus lecturas, entre ellas el animé.


Dice Mario Castells

Por LG

"No me gusta la poesía que arranca una carcajada. Me gusta el tono mayor de la poesía. Es tremendo cuando el poeta genera mutismo en el auditorio. Ayer cuando Zurita hablaba era todo silencio, fue conmovedor".


Rafael Ielpi: "Descreo de las efusiones líricas”



Rafael Ielpi (Esquel,1939) nos cuenta que sus primeros poemas, allá por el final de la década del 50, terminaron inequívocamente acompañando residuos en el basural municipal de Rosario (ciudad en la que vive desde la infancia). Los primeros poemas que pasaron su estándar fueron incluidos en El vicio absoluto (1966), libro que, en motivo de su actual reedición, sera homenajeado el sábado a las 18.30 hs en la Plataforma Lavardén. 

También periodista e historiador con varios libros publicados, Ielpi (que a la vez es el director del Centro Cultural Roberto Fontanarrosa) cuenta que se pasó veinte años sin escribir un sólo renglón de poesía. Peosía que rememoraba la escena rosarina en bares como el Savoy, el Casablanca, el Odeón y algunos otros ya desaparecidos. Quizás sea para remediar ese edén de bares que hoy viva frente al legendario bar El Cairo. 


— Qué lectura (texto, película, música) o experiencia te llevó a escribir poesía? ¿Qué gatilló el poema? ¿Qué edad tenías? ¿Provenías de un ambiente familiarizado con la poesía o la literatura? 
En realidad, mis primeros poemas fueron escritos alrededor de 1958, cuando ya había iniciado mi paso por la Facultad de Filosofía y Letras y comenzado a leer poesía de modo casi diario, por ese entonces de poetas como Blake, HölderlinRilkeApollinaireRimbaud y también de los norteamericanos; por esos años había editoriales como Assandri, de Córdoba, que publicaban muy buenas ediciones de algunos de ellos, bien traducidos. Sin ninguna influencia de esos nombres (y de Neruda, Vallejo, Huidobro, que también leía) empecé a pergeñar mis primeros poemas, tan desechables que no dejó rastro de ninguno de ellos y los he olvidado. Los que me parecieron publicables integraron mi primer poemario, “El vicio absoluto”. 
Mi ambiente familiar (en casa de mis abuelos paternos donde mi crié) no era demasiado vinculado a la literatura pero había, sí, una biblioteca bastante heterogénea, nutrida por un tío, de la que fui leyendo entre los 12 y los 15 años Verne, Salgari pero también novelas, que incluso excediendo mi edad, me causaron una gran impresión y deseos de escribir: “La muerte de Virgilio”, de Herman Bröch y “Cristo de nuevo crucificado” y “Alexis, el griego”, de Nikos Katzanzakis.